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José R. Hernández - Resoluciones para el año nuevo

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José R. Hernández   - Resoluciones para el año nuevo Empty José R. Hernández - Resoluciones para el año nuevo

Mensaje  PREDICADOR Miér Mar 14, 2012 8:09 pm

José R. Hernández - Resoluciones para el año nuevo

Estamos en el comienzo de un nuevo año; muchos de nosotros hemos hecho resoluciones personales; muchos hemos hecho resoluciones de fin de año.

Muchos han dicho, este año reduciré mi peso; o quizás este año dejare este vicio; en si existen muchas resoluciones que podemos hacer a un nivel personal. Pero como iglesia, como creyentes, ¿qué resolución debemos tomar? Existen numerosas cosas que desdichadamente detienen el crecimiento de las personas, existen numerosas cosas que desdichadamente detienen las bendiciones que Dios tiene para su pueblo. Estas son cosas que bloquean nuestro camino, y tal como una muralla nos detienen de pasar al lugar que Dios tiene para nosotros. Como les dije, estamos al inicio de un nuevo año, y como iglesia, como creyentes, existen resoluciones que debemos tomar. Como iglesia existen numerosos obstáculos que tenemos que conquistar, y muros que tenemos que derrumbar. Quiero que ahora pasemos a la Palabra de Dios y veamos tres resoluciones que debemos hacer como iglesia.

Salmos 18:28-29 - Porque tú salvarás al pueblo afligido, Y humillarás los ojos altivos. 28 Tú encenderás mi lámpara; Jehová mi Dios alumbrará mis tinieblas. 29 Contigo desbarataré ejércitos, Y con mi Dios asaltaré muros.

La primera resolución que debemos hacer es confiar en Dios. Yo sé que esto es más fácil decirlo que hacerlo. En otras ocasiones hemos estudiado que la mayor razón por la cual esto se nos hace difícil hacer es porque no conocemos el propósito, o no podemos ver el propósito de Dios en ciertas ocasiones, pero les digo en el día de hoy, tenemos que aprender a confiar en Dios. Aquí vemos que David dice: “Porque tú salvarás al pueblo afligido, Y humillarás los ojos altivos.” En otras palabras lo que estamos viendo aquí es una confianza total por parte de David. Este tipo de confianza desdichadamente escasea en la vida de muchos creyentes. Examinémonos por unos momentos y veamos si lo que digo es verdad. Cuándo estamos afligidos o atormentados por una situación o circunstancia, ¿confiamos en que Dios nos salvara de ella? Sé que si existen muchos que si confiaran en Dios, pero también sé que no es una confianza absoluta, desdichadamente será una confianza parcial. Sé que será una confianza parcial porque por naturaleza el hombre es impaciente. ¿Por qué digo esto?

Digo esto porque a la mayoría de nosotros no nos gusta esperar, la mayoría de nosotros somos impacientes, así que cuando pensamos que Dios se ha demorado o se esta demorando en contestar nuestra suplica, entonces nos envolvemos en nuestra aflicción y comenzamos a depender más de nuestra propia habilidad que en el poder de Dios. Una vez que esto sucede entonces raramente vemos la salida, raramente vemos el propósito de Dios en lo que nos esta sucediendo o en lo que estamos pasando. Muchos de nosotros al llegar momentos difíciles los veremos como obstáculos que no podemos superar, nos veremos encerrados y atrapados dentro de murallas impenetrables. Como les dije al inicio, no alcanzaremos ver o recibir las bendiciones de Dios, no alcanzaremos habitar en el lugar que Dios desea que estemos.

Nuestra falta de confianza absoluta nos hará que veamos ciertas circunstancias o situaciones como murallas impenetrables y nos conformaremos diciendo “que sea lo que Dios quiera.” Pero, ¿quiere Dios que Su pueblo viva derrotado, angustiado, afligido, y atormentado? La respuesta a esta pregunta es definitivamente NO (Isaías 55:8-9.) Según la historia Hebrea, Dios le entrego la victoria a David en numerosas ocasiones, y cuando confiamos en Dios y Su poder, Él nos entregara la victoria a nosotros sobre toda situación. Cuando nosotros confiamos en Dios no existe problema que no podamos solucionar, no existe batalla que no podamos ganar, no existe territorio que no podamos conquistar (Deuteronomio 28:7.) El poder y la unción de Dios son capaces de romper todo yugo, capaces de quitar toda carga (Isaías 10:27.) Pero para que Dios pueda hacer esto en nuestra vida, tenemos que permitir ser guiados; esto me conduce a la segunda resolución que debemos adoptar.

La segunda resolución que debemos adoptar es la dejarnos ser guiados. En nuestro estudio de hoy vemos que David dice: “Tú encenderás mi lámpara; Jehová mi Dios alumbrará mis tinieblas.” Aquí vemos que David esta dependiendo de Dios para que sea Él quien le guié en todo momento.

Esto es algo que nosotros tenemos que hacer, tenemos que permitir que Cristo nos guié en todo momento. Jehová guió a David, y Jesús es la luz que nos guía, y nos muestra donde existe el peligro en nuestra vida. Jesús es la luz que nos muestra el camino que tenemos que seguir para llegar al Padre (Juan 8:12.) Jesús nos saco de las tinieblas, nos libero de la oscuridad en la cual vivíamos. Jesús libera nuestro espíritu de las garras del enemigo; pero desdichadamente con mucha frecuencia el creyente deja de caminar en la luz, y regresa a las tinieblas. Con mucha frecuencia los creyentes ceden o se rinden al pecado.

El enemigo quiere que veamos lo malo como bueno, y lo bueno como malo. El enemigo no quiere que esta luz resplandezca, no quiere que esta luz brille, no quiere que esta luz ilumine, y tratara todo lo posible por apagarla. Pero cuando las tinieblas traten de apoderarse de nosotros, cuando las cosas más oscuras aparezcan, recordemos que nosotros no pertenecemos en ese mundo, nosotros no somos hijos de las tinieblas sino hijos de la luz (1 Tesalonicenses 5:5.) Como les he dicho en numerosas ocasiones, una vez que decidimos seguir a Cristo nuestra vida tiene que cambiar por completo. No podemos seguir en los caminos que una vez andábamos, ahora tenemos que andar en los caminos de Jesús, ahora tenemos que caminar en la luz que es Cristo Jesús. Cuando no resistimos, reprendemos, y echamos fuera de nuestra vida los ataques del enemigo, entonces lentamente y seguramente caeremos bajo el dominio de las tinieblas (2 Corintios 4:2-4.) Lentamente y seguramente comenzaremos a ceder a los placeres temporáneos de la carne que ofrece este mundo; comenzaremos a racionalizar y a justificar el pecado en nuestra mente. Tenemos que permitir que Dios ilumine nuestro caminar en todo momento, sino caeremos nuevamente en la oscuridad. Pero para poder mantenernos libres, no podemos ser Cristianos parte del tiempo, no podemos ser Cristianos una o dos veces por semana, tenemos que dejar que Cristo sea reflejado en nosotros en todo momento; tenemos que permitir que la luz del Espíritu Santo que ahora mora en nosotros sirva para iluminar nuestro camino y orar para que a través de ella sean guiados todos esos que todavía andan perdidos en las tinieblas. Tenemos que resistir la tentación y pelear la buena batalla en todo momento; esto me conduce al la tercera resolución que debemos adoptar.

La tercera resolución que debemos adoptar es una actitud de victoria para pelear la buena batalla. Aquí vemos que David dice: “Contigo desbarataré ejércitos, Y con mi Dios asaltaré muros.” Examinémonos por unos momentos, preguntémonos, ¿tenemos nosotros esta actitud? ¿Estamos dispuestos a enfrentarnos contra los ejércitos de las tinieblas? ¿Estamos nosotros dispuestos a asaltar los muros que nos separan de las bendiciones de Dios? Existen numerosos muros ante nosotros que como iglesias tenemos que asaltar y derrumbar. Existen muros alrededor de muchas personas que los mantienen encerrados, que los mantienen atrapados. ¿De que les hablo? Les expondré cuatro ejemplos de muros que encontramos rodeando a muchos en el Cuerpo de Cristo.

Uno. Existe el muro de la duda y es algo que se ve con frecuencia; la duda detiene el crecimiento, la duda interrumpe el progreso. En ocasiones nosotros dudamos que podamos vencer en ciertas situaciones, y para el hombre existen numerosas cosas que nos derrotan y/o nos detienen, pero ¿qué puede detener a Dios? (Mateo 19:26.) El muro de la duda con frecuencia rodea y a trapa a muchos y esta directamente relacionado con la resolución numero uno que debemos adoptar, esta directamente relacionado con el confiar en Dios. La desconfianza es la que causa la duda, y la duda en toda ocasión detendrá al hombre.

Dos. Existe el muro del temor, y este es quizás el más duro de asaltar. Digo esto porque todos aquí crecimos de diferentes maneras, y todos aquí tenemos diferentes temores; quizás tengamos temor de hablar en publico, quizás tengamos temor de ser el centro de atracción, quizás tengamos temor de cometer un error, quizás tengamos el temor a fracasar; en si la lista puede ser larga, pero debemos preguntarnos, ¿nos hizo Dios para que fuésemos seres temerosos de todo? (2 Timoteo 1:7.) Claro que NO, el temor comienza en nosotros y no es enviado por Dios. El temor puede y ha ocasionado la muerte de muchas obras en la iglesia y en la vida personal de muchos.

Si analizamos nuestra vida detalladamente y cuando somos honestos con nosotros mismos, estoy seguro que encontraremos numerosas ocasiones cuando el temor nos ha detenido de hacer algunas cosas, o de emprender nuevos proyectos. El temor a lo que se pueda decir y el temor a lo que puedan pensar de nosotros, son dos temores responsables de detener que el creyente sea un obrero para el reino de Dios.

Tres. Existe el muro del desanimo, y esto es algo que también se ve con frecuencia. Existen muchos en el cuerpo de Cristo que se concentran solo en lo malo, estas personas nunca alcanzaran ver las bendiciones de Dios, a consecuencia este grupo de personas siempre vive derrotado, desesperado, y desanimado. En Santiago 1:8 leemos: “El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.” Este versículo es uno que nos deja saber claramente que cuando vivimos desanimados, no le serviremos a Dios debidamente. Esto nos deja saber que si lo mismo nos da una cosa que otra, entonces nuestra supuesta fe no nos servirá para nada. Hermanos, si decimos que servimos a Dios, si hacemos un compromiso con Él, entonces nuestros si tienen que ser si, y nuestros no tienen que ser no (Mateo 5:37.) No podemos andar caminando en el medio, para Dios no existe el medio (Mateo 12:30), o somos o no somos. No podemos ser personas de doble animo, no podemos ser personas irresponsables. Como el pueblo de Dios que somos tenemos que asumir nuestra responsabilidad y tomar las cosas de Dios en serio. Tenemos que acercarnos más a Dios si queremos recibir las bendiciones que Él tiene para nosotros (Santiago 4:8.)

Cuatro. Existe el muro de procrastinar. Yo diría que de todos los muros que reconocimos en el día de hoy, este es el más común, y el que refleja la actitud de la mayor parte de los creyentes en la iglesia. Muchos de nosotros posponemos hablar acerca de Cristo Jesús, el verdadero camino verdad y la vida, el verdadero descanso y paz que existe en el mundo (Juan 14:27; Juan 16:33.) Pero existe un gran peligro al hacer esto; cuando decimos en nuestro corazón que mañana tendremos el tiempo de evangelizarle a una persona, que mañana tendremos el tiempo de testificar, que mañana tendremos el tiempo de arrepentirnos, que mañana tendremos el tiempo de obrar para la iglesia, simplemente estamos haciendo planes sin contar con Dios. Les digo esto porque nosotros no conocemos cuando Él nos llamara a descansar. Asumimos que tendremos el mañana, pero el mañana puede ser que no llegue.

Para concluir. Estamos comenzando un nuevo año, todos aquí podemos hoy tener un nuevo comienzo. Hagamos hoy nuestra resolución; confiemos en Dios en toda situación, confiemos que Él es poderoso y capaz de solucionar toda situación o dificultad (Efesios 3:20.) Confiemos en que Él nos dará la fortaleza para perseverar y batallar (Filipenses 4:13.) Hagamos hoy nuestra resolución; permitamos que el Espíritu Santo que ahora mora en nosotros nos guié en todo momento. Cuando permitimos que el Espíritu Santo nos guié, comenzaremos a entender su poder infinito, y cosas maravillosas sucederán. Cuando nos dejamos guiar por el Espíritu Santo nuestras palabras impactaran la vida de muchos inconversos y personas que se han apartado de Dios, (Hechos 11:14-15.) Hagamos hoy nuestra resolución; adoptemos una actitud victoriosa para pelear la buena batalla; desbaratemos las obras del enemigo en nuestros hogares, en nuestras familias, y en nuestra iglesia (Colosenses 1:10.) Asaltemos y derrumbemos los muros que nos mantienen encerrados y esclavos a las cosas de este mundo. La hora a llegado de atacar al enemigo, de montar un plan de rescate por todas esas almas que están perdidas en las justificaciones, e ignorancia. Ataquemos el reino del enemigo sabiendo que la victoria total Cristo la obtuvo en la cruz (Colosenses 2:15.) Podemos atacar confiadamente las murallas que nos rodean, podemos derrumbar esos muros que nos atrapan, podemos atacar el ejercito del infierno porque no existe nada que pueda prevalecer ante el poder de nuestro Dios. No existe arma alguna en el arsenal del enemigo que pueda herir o matar al verdadero creyente (Isaías 54:17.) Los muros de desconfianza pueden ser derribados, los muros de dudas pueden ser derribados, los muros de temor pueden ser derribados, los muros de desanimo pueden ser derribados, los muros de procrastinar pueden ser derribados. Digamos todos “Contigo desbarataré ejércitos, Y con mi Dios asaltaré muros.” Hagamos huir al ejercito del enemigo de nuestra vida y de nuestro hogar, derrumbemos los muros que nos rodean y nos mantienen cautivos.

Les digo en el día de hoy, hagamos la resolución de confiar en Dios; hagamos la resolución en el día de hoy de dejarnos guiar por el Espíritu Santo; hagamos la resolución en el día de hoy de pelear la buena batalla; enfrentémonos en contra del ejercito de las tinieblas con una actitud de victoria (Romanos 8:37.) Te pregunto, en el día de hoy, ¿qué resolución has hecho tu?
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