José R. Hernández - Detenidos en el tiempo
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La semana pasada les hable acerca del temor; vimos como el temor puede y detiene a muchos de vivir la vida que Dios quiere que vivamos.
Pero el temor no es lo único que nos detiene, existe algo más que también es responsable de detener nuestro crecimiento, y de detener las bendiciones de Dios para Su pueblo. Todos sabemos que estamos llamados a ser criaturas nuevas; todos sabemos que tenemos que cambiar todo lo que somos si decimos que somos Cristianos, pero no todos pueden hacerlo. Como les he dicho en numerosas ocasiones, existen grandes enseñanzas en la historia. En la historia podemos encontrar los errores cometidos por otros, y si prestamos atención, y escuchamos consejo, entonces nosotros podemos prevenir que nos pase a nosotros. Hoy examinemos la historia del pueblo de Dios y veamos que fue lo que detuvo que ellos recibieran la bendición que Él tenia esperándoles.
Éxodo 32:1-4 - Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. 2 Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos. 3 Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón; 4 y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.
Repasemos un poco lo que le había acontecido a este pueblo antes de llegar a este punto en la historia. Quiero que examinemos bien estas escrituras porque existe un gran paralelo entre este pueblo y el mundo hoy en día. Dios había liberado de la esclavitud al pueblo de Israel usando a Moisés, (Éxodo 3:7-10). La liberación que ellos recibieron no fue cosa fácil de obtener; Moisés no llego y el faraón les soltó. Cuando examinamos la historia vemos que Dios endureció el corazón del faraón, y creo que Él ha hecho lo mismo con el hombre hoy en día a causa de la rebeldía y maldad. El faraón tuvo que aprender unas lecciones muy difíciles antes de soltar a ese pueblo que él mantenía esclavo (Éxodo 7:17; 8:5; 8:16-17; 8:24; 9:6; 9:10; 9:23-24; 10:14-15; 10:21-22; 11:5), y el mundo también tendrá que aprender lecciones muy difíciles en esto tiempos. Las cosas para Moisés no le fueron nada fácil, pero la realidad del caso es que las cosas que verdaderamente importan nunca son nada fáciles. Moisés se dejo guiar por Dios, Moisés cumplió con lo que Dios le había encomendado, aunque déjenme decirles que no lo hizo sin antes protestar y poner excusas (Éxodo 3:11; 4:1; 4:10; 4:13). Pero para Dios no existen excusas (Éxodo 3:12; 4:2-9; 4:11-12; 4:14-16.) Cuando leemos lo que aconteció aquí, si lo leemos rápidamente, si lo leemos sin estudiarlo, entonces muchos de nosotros no veremos mucho más que un escrito acerca de la historia del pueblo de Israel. Pero como les dije, aquí existe una gran enseñanza para nosotros hoy en día. Moisés subió al monte Horeb, él subió para entrar en confraternidad con Dios y para recibir Sus leyes, pero ¿qué sucedió? Aquí vemos como este pueblo que había sido liberado y bendecido por Dios, una vez que perdieron a Moisés de vista cayeron nuevamente en el pecado. Ellos se rebelaron contra Dios. Moisés les había dicho que le esperaran (Éxodo 24:12-14,) y ellos sabían exactamente donde él estaba y lo que estaba haciendo (Éxodo 24:16-17.) Ellos sabían que Moisés se encontraba ante la presencia de Dios, pero ellos se dejaron llevar por las tradiciones, ellos se dejaron llevar por los impulsos de la carne, ellos no le esperaron pacientemente, ellos regresaron a la esclavitud. Preguntémonos, ¿Por qué hicieron ellos esto? La respuesta es fácil, lo hicieron porque su espíritu estaba detenido en el pasado. Al principio de la jordana, el pueblo estaba bien alegre, estaban bien felices de finalmente ser libres, pero todo esto cambio. Este pueblo comenzó a cambiar, o mejor dicho, el espíritu de estas personas comenzó a cambiar cuando vieron que delante de ellos existía un camino difícil. El animo del pueblo pronto se convirtió de gozo y a alegría a rebeldía y conspiración. Esto sucedió porque ellos meditaron más en su pasado que en lo que estaba por venir.
Este pueblo alcanzo ver señales poderosas, asta alcanzaron ha oír a Jehová hablándole a Moisés (Éxodo 19:9; 18-19; 20:18-19), pero aunque ellos habían salido de Egipto, Egipto no había salido de ellos. Ellos estaban detenidos en el pasado. Como les he dicho en otras ocasiones, el campo principal de batalla es nuestra mente. En nuestra menta nacen los sentimientos de ira, contienda, avaricia, venganza y temor. En nuestra mente nacen los sentimientos de culpabilidad, lastima propia, descorazonamiento, y duda. En nuestra mente es peleada esa batalla entre el bien y el mal, y si no tenemos mucho cuidado, si no reconocemos los ataques del enemigo, entonces no seremos victoriosos, sino seremos derrotados. Eso mismo fue lo que le sucedió al pueblo de Israel, sus mentes fueron llenas de solo los momentos fáciles, fueron llenas de solo los momentos cuando se sentaban a comer y demás. El demonio mentiroso lleno sus mentes con deseos y memorias mundanas, y se robo la bendición que Dios tenia para ese pueblo (Deuteronomio 34:4.) Este pueblo que Dios libero de las manos del faraón nunca entro en la tierra prometida.
Como el pueblo de Dios que somos, nosotros no estamos llamados a detenernos en nuestro caminar o a retroceder, estamos llamados a avanzar (Filipenses 3:13.) Estamos llamados a conquistar, estamos llamados a vencer. El enemigo quiere que pensemos diferente, el enemigo quiere que pensemos que no podemos enfrentarnos y vencer, el enemigo quiere hacer la batalla lucir mucho más difícil de lo que es, pero nosotros tenemos las promesas de Dios (Juan 16:33; Romanos 8:37-39; Apocalipsis 17:14.) Nosotros tenemos la victoria que Cristo murió en la cruz para entregarnos. No siendo merecedores Su sangre nos limpio de todo pecado. No siendo merecedores Su sacrificio nos redimió ante los ojos de Dios; díselo al que esta a tu lado. Como el pueblo de Dios tenemos que aprender que Dios no nos quiere sentados, Dios no nos quiere acampados en el conocimiento de nuestra salvación. Dios quiere que siempre estemos en un movimiento hacia delante. Dios quiere que avancemos confiando que Él esta presente, que Él esta en control, que Él nos entregara la victoria. Dios no te quiere detenido en el pasado, Dios no te acusa (Juan 8:10-11; Apocalipsis 12:10.) Una persona que profesa ser Cristiana no puede ser tal como era, tiene que haber un cambio completo, en la manera de actuar, hablar y pensar. Si no existe un cambio completo en nuestra vida, entonces no nos podemos llamar Cristianos (1 Corintios 10:21-22.) Este pueblo ciertamente no entendió esto, este pueblo dijo: “Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.” Este pueblo cambio la verdad de Dios por la mentira del diablo. Ellos no cambiaron, ellos no avanzaron, ellos se detuvieron en su pasado y regresaron a la idolatría pagana que practicaban en Egipto.
No podemos permitir que nuestros pensamientos nos alejen de Dios (1 Pedro 1:13-16). De nuestros corazones dice el Señor salen malos pensamientos, pero esto es solo si nuestros corazones y nuestras mentes no están concentradas en Dios (Romanos 12:2.) Este fue el caso de ese pueblo, ellos no estaban concentrados en Dios, ellos estaban concentrados en Moisés, estaban concentrados en las cosas de este mundo. Como el p[pueblo de Dios que somos tenemos que buscar más de Dios en todo momento (Isaías 55:6-7.) Mirando a nuestro alrededor podemos ver que las cosas en este mundo no están nada buenas. ¿Por qué es esto? Las cosas están como están porque el mundo no busca de Dios. Esto es la verdad para todo aquel que vive en el mundo, pero también es la verdad para muchas personas en el cuerpo de Cristo. Si hermanos es la verdad porque en el cuerpo de Cristo existen muchas personas que no buscan más de Dios. Lo que sucede en muchas ocasiones es que tal como el pueblo de Israel en este entonces, nosotros estamos tan preocupados con las cosas que nos rodean, que se nos olvida que servimos a un Dios justo (Salmos 145:7; Isaías 30:18.) Lo que sucede es que muchas personas piensan que conocen la voluntad de Dios. También existen muchos que piensan que tienen suficiente tiempo para conocerle en el futuro, piensan que como han recibido el regalo de la salvación no necesitan hacer mas nada. Pero les digo que toda persona que piense así esta muy equivocada. Toda persona que piense que existe suficiente tiempo en el futuro de conocerle esta muy equivocada. Recordemos que el día de mañana no se la garantiza a nadie (Proverbios 27:1; Santiago 4:13-14.) El cambio tiene que ser ahora, en este mismo momento.
Si no estamos dispuestos a cambiar, si no cambiamos nuestra manera de pensar, si no dejamos el pasado en su lugar, y nos concentramos en el futuro que Dios nos tiene, entonces nunca estaremos dispuestos a atravesar por esos desiertos. Nunca permitiremos ser guiados hacia los lugares mayores y mejores que Dios tiene para nosotros. No podemos permitir que el enemigo acampe en nuestro corazón y mente. Tenemos que confiar que nuestro Padre celestial va delante de nosotros, que nuestro Padre celestial pelea por nosotros (Deuteronomio 3:22; Josué 23:10.) Tenemos que permitir que Él se glorifique en esas situaciones cual nosotros pensamos perdidas. Como iglesia tenemos que movernos hacia delante, avanzar y conquistar. Como iglesia tenemos que hacer un compromiso genuino con Dios, no podemos mas hacer las cosas a media. Sepamos que ¡si queremos ser bendecidos, tenemos que bendecir! (2 Corintios 9:6) ¡Si queremos ser victoriosos, tenemos que pelear! (1 Timoteo 6:12) ¡Si queremos avanzar, tenemos que marchar y ser valientes! (Josué 1:9.) ¡Si queremos ser perdonados, tenemos que perdonar! (Mateo 6:14-15; 18-21-22.)
Para concluir. Es hora de que el pueblo de Dios se someta a Dios sin condiciones. No podemos permitir que las cosas de este mundo, que las dudas, o la desconfianza detengan la obra de Dios en cada uno de nosotros. No existe poder ni potestad que pueda derrumbar lo que Dios ha hecho (Romanos 8:38-39), no existe poder ni potestad que nos pueda quitar la victoria que Cristo murió en la cruz para darnos. No podemos detenernos en el pasado, tenemos que confiar que Dios esta con nosotros en todo momento. Tenemos que tomar control de la batalla, reprender esos pensamientos, y llenar nuestras mentes con Su santa y divina Palabra. La batalla puede ser difícil, pero la guerra ya la ha ganado Cristo por nosotros. Cristo le venció con Su sacrificio en la cruz (Hebreos 2:14) pero recordemos que aunque el demonio fue derrotado, todavía esta tratando de engañarnos en todo momento (Apocalipsis 12:9.) Su hora llegara, con cada día que pasa más se acerca su fin, se acerca el día cuando Cristo establecerá Su reino aquí en la tierra (Apocalipsis 11:15;) cuando el demonio mentiroso no podrá engañar más al mundo. Pero asta ese entonces, velemos cautelosamente, cuidemos nuestros corazones y reprendamos esos pensamientos que no edifican sino destruyen y contaminan. Examínate hoy en día, y pregúntate, ¿qué detiene la bendición de Dios para mi vida? ¿Estas atrapado en el pasado? Entrégaselo hoy a Cristo y recibe liberación (Mateo 11:28-30.) No permitas que el demonio mentiroso te mantenga afuera de la tierra prometida.
La semana pasada les hable acerca del temor; vimos como el temor puede y detiene a muchos de vivir la vida que Dios quiere que vivamos.
Pero el temor no es lo único que nos detiene, existe algo más que también es responsable de detener nuestro crecimiento, y de detener las bendiciones de Dios para Su pueblo. Todos sabemos que estamos llamados a ser criaturas nuevas; todos sabemos que tenemos que cambiar todo lo que somos si decimos que somos Cristianos, pero no todos pueden hacerlo. Como les he dicho en numerosas ocasiones, existen grandes enseñanzas en la historia. En la historia podemos encontrar los errores cometidos por otros, y si prestamos atención, y escuchamos consejo, entonces nosotros podemos prevenir que nos pase a nosotros. Hoy examinemos la historia del pueblo de Dios y veamos que fue lo que detuvo que ellos recibieran la bendición que Él tenia esperándoles.
Éxodo 32:1-4 - Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. 2 Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos. 3 Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón; 4 y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.
Repasemos un poco lo que le había acontecido a este pueblo antes de llegar a este punto en la historia. Quiero que examinemos bien estas escrituras porque existe un gran paralelo entre este pueblo y el mundo hoy en día. Dios había liberado de la esclavitud al pueblo de Israel usando a Moisés, (Éxodo 3:7-10). La liberación que ellos recibieron no fue cosa fácil de obtener; Moisés no llego y el faraón les soltó. Cuando examinamos la historia vemos que Dios endureció el corazón del faraón, y creo que Él ha hecho lo mismo con el hombre hoy en día a causa de la rebeldía y maldad. El faraón tuvo que aprender unas lecciones muy difíciles antes de soltar a ese pueblo que él mantenía esclavo (Éxodo 7:17; 8:5; 8:16-17; 8:24; 9:6; 9:10; 9:23-24; 10:14-15; 10:21-22; 11:5), y el mundo también tendrá que aprender lecciones muy difíciles en esto tiempos. Las cosas para Moisés no le fueron nada fácil, pero la realidad del caso es que las cosas que verdaderamente importan nunca son nada fáciles. Moisés se dejo guiar por Dios, Moisés cumplió con lo que Dios le había encomendado, aunque déjenme decirles que no lo hizo sin antes protestar y poner excusas (Éxodo 3:11; 4:1; 4:10; 4:13). Pero para Dios no existen excusas (Éxodo 3:12; 4:2-9; 4:11-12; 4:14-16.) Cuando leemos lo que aconteció aquí, si lo leemos rápidamente, si lo leemos sin estudiarlo, entonces muchos de nosotros no veremos mucho más que un escrito acerca de la historia del pueblo de Israel. Pero como les dije, aquí existe una gran enseñanza para nosotros hoy en día. Moisés subió al monte Horeb, él subió para entrar en confraternidad con Dios y para recibir Sus leyes, pero ¿qué sucedió? Aquí vemos como este pueblo que había sido liberado y bendecido por Dios, una vez que perdieron a Moisés de vista cayeron nuevamente en el pecado. Ellos se rebelaron contra Dios. Moisés les había dicho que le esperaran (Éxodo 24:12-14,) y ellos sabían exactamente donde él estaba y lo que estaba haciendo (Éxodo 24:16-17.) Ellos sabían que Moisés se encontraba ante la presencia de Dios, pero ellos se dejaron llevar por las tradiciones, ellos se dejaron llevar por los impulsos de la carne, ellos no le esperaron pacientemente, ellos regresaron a la esclavitud. Preguntémonos, ¿Por qué hicieron ellos esto? La respuesta es fácil, lo hicieron porque su espíritu estaba detenido en el pasado. Al principio de la jordana, el pueblo estaba bien alegre, estaban bien felices de finalmente ser libres, pero todo esto cambio. Este pueblo comenzó a cambiar, o mejor dicho, el espíritu de estas personas comenzó a cambiar cuando vieron que delante de ellos existía un camino difícil. El animo del pueblo pronto se convirtió de gozo y a alegría a rebeldía y conspiración. Esto sucedió porque ellos meditaron más en su pasado que en lo que estaba por venir.
Este pueblo alcanzo ver señales poderosas, asta alcanzaron ha oír a Jehová hablándole a Moisés (Éxodo 19:9; 18-19; 20:18-19), pero aunque ellos habían salido de Egipto, Egipto no había salido de ellos. Ellos estaban detenidos en el pasado. Como les he dicho en otras ocasiones, el campo principal de batalla es nuestra mente. En nuestra menta nacen los sentimientos de ira, contienda, avaricia, venganza y temor. En nuestra mente nacen los sentimientos de culpabilidad, lastima propia, descorazonamiento, y duda. En nuestra mente es peleada esa batalla entre el bien y el mal, y si no tenemos mucho cuidado, si no reconocemos los ataques del enemigo, entonces no seremos victoriosos, sino seremos derrotados. Eso mismo fue lo que le sucedió al pueblo de Israel, sus mentes fueron llenas de solo los momentos fáciles, fueron llenas de solo los momentos cuando se sentaban a comer y demás. El demonio mentiroso lleno sus mentes con deseos y memorias mundanas, y se robo la bendición que Dios tenia para ese pueblo (Deuteronomio 34:4.) Este pueblo que Dios libero de las manos del faraón nunca entro en la tierra prometida.
Como el pueblo de Dios que somos, nosotros no estamos llamados a detenernos en nuestro caminar o a retroceder, estamos llamados a avanzar (Filipenses 3:13.) Estamos llamados a conquistar, estamos llamados a vencer. El enemigo quiere que pensemos diferente, el enemigo quiere que pensemos que no podemos enfrentarnos y vencer, el enemigo quiere hacer la batalla lucir mucho más difícil de lo que es, pero nosotros tenemos las promesas de Dios (Juan 16:33; Romanos 8:37-39; Apocalipsis 17:14.) Nosotros tenemos la victoria que Cristo murió en la cruz para entregarnos. No siendo merecedores Su sangre nos limpio de todo pecado. No siendo merecedores Su sacrificio nos redimió ante los ojos de Dios; díselo al que esta a tu lado. Como el pueblo de Dios tenemos que aprender que Dios no nos quiere sentados, Dios no nos quiere acampados en el conocimiento de nuestra salvación. Dios quiere que siempre estemos en un movimiento hacia delante. Dios quiere que avancemos confiando que Él esta presente, que Él esta en control, que Él nos entregara la victoria. Dios no te quiere detenido en el pasado, Dios no te acusa (Juan 8:10-11; Apocalipsis 12:10.) Una persona que profesa ser Cristiana no puede ser tal como era, tiene que haber un cambio completo, en la manera de actuar, hablar y pensar. Si no existe un cambio completo en nuestra vida, entonces no nos podemos llamar Cristianos (1 Corintios 10:21-22.) Este pueblo ciertamente no entendió esto, este pueblo dijo: “Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.” Este pueblo cambio la verdad de Dios por la mentira del diablo. Ellos no cambiaron, ellos no avanzaron, ellos se detuvieron en su pasado y regresaron a la idolatría pagana que practicaban en Egipto.
No podemos permitir que nuestros pensamientos nos alejen de Dios (1 Pedro 1:13-16). De nuestros corazones dice el Señor salen malos pensamientos, pero esto es solo si nuestros corazones y nuestras mentes no están concentradas en Dios (Romanos 12:2.) Este fue el caso de ese pueblo, ellos no estaban concentrados en Dios, ellos estaban concentrados en Moisés, estaban concentrados en las cosas de este mundo. Como el p[pueblo de Dios que somos tenemos que buscar más de Dios en todo momento (Isaías 55:6-7.) Mirando a nuestro alrededor podemos ver que las cosas en este mundo no están nada buenas. ¿Por qué es esto? Las cosas están como están porque el mundo no busca de Dios. Esto es la verdad para todo aquel que vive en el mundo, pero también es la verdad para muchas personas en el cuerpo de Cristo. Si hermanos es la verdad porque en el cuerpo de Cristo existen muchas personas que no buscan más de Dios. Lo que sucede en muchas ocasiones es que tal como el pueblo de Israel en este entonces, nosotros estamos tan preocupados con las cosas que nos rodean, que se nos olvida que servimos a un Dios justo (Salmos 145:7; Isaías 30:18.) Lo que sucede es que muchas personas piensan que conocen la voluntad de Dios. También existen muchos que piensan que tienen suficiente tiempo para conocerle en el futuro, piensan que como han recibido el regalo de la salvación no necesitan hacer mas nada. Pero les digo que toda persona que piense así esta muy equivocada. Toda persona que piense que existe suficiente tiempo en el futuro de conocerle esta muy equivocada. Recordemos que el día de mañana no se la garantiza a nadie (Proverbios 27:1; Santiago 4:13-14.) El cambio tiene que ser ahora, en este mismo momento.
Si no estamos dispuestos a cambiar, si no cambiamos nuestra manera de pensar, si no dejamos el pasado en su lugar, y nos concentramos en el futuro que Dios nos tiene, entonces nunca estaremos dispuestos a atravesar por esos desiertos. Nunca permitiremos ser guiados hacia los lugares mayores y mejores que Dios tiene para nosotros. No podemos permitir que el enemigo acampe en nuestro corazón y mente. Tenemos que confiar que nuestro Padre celestial va delante de nosotros, que nuestro Padre celestial pelea por nosotros (Deuteronomio 3:22; Josué 23:10.) Tenemos que permitir que Él se glorifique en esas situaciones cual nosotros pensamos perdidas. Como iglesia tenemos que movernos hacia delante, avanzar y conquistar. Como iglesia tenemos que hacer un compromiso genuino con Dios, no podemos mas hacer las cosas a media. Sepamos que ¡si queremos ser bendecidos, tenemos que bendecir! (2 Corintios 9:6) ¡Si queremos ser victoriosos, tenemos que pelear! (1 Timoteo 6:12) ¡Si queremos avanzar, tenemos que marchar y ser valientes! (Josué 1:9.) ¡Si queremos ser perdonados, tenemos que perdonar! (Mateo 6:14-15; 18-21-22.)
Para concluir. Es hora de que el pueblo de Dios se someta a Dios sin condiciones. No podemos permitir que las cosas de este mundo, que las dudas, o la desconfianza detengan la obra de Dios en cada uno de nosotros. No existe poder ni potestad que pueda derrumbar lo que Dios ha hecho (Romanos 8:38-39), no existe poder ni potestad que nos pueda quitar la victoria que Cristo murió en la cruz para darnos. No podemos detenernos en el pasado, tenemos que confiar que Dios esta con nosotros en todo momento. Tenemos que tomar control de la batalla, reprender esos pensamientos, y llenar nuestras mentes con Su santa y divina Palabra. La batalla puede ser difícil, pero la guerra ya la ha ganado Cristo por nosotros. Cristo le venció con Su sacrificio en la cruz (Hebreos 2:14) pero recordemos que aunque el demonio fue derrotado, todavía esta tratando de engañarnos en todo momento (Apocalipsis 12:9.) Su hora llegara, con cada día que pasa más se acerca su fin, se acerca el día cuando Cristo establecerá Su reino aquí en la tierra (Apocalipsis 11:15;) cuando el demonio mentiroso no podrá engañar más al mundo. Pero asta ese entonces, velemos cautelosamente, cuidemos nuestros corazones y reprendamos esos pensamientos que no edifican sino destruyen y contaminan. Examínate hoy en día, y pregúntate, ¿qué detiene la bendición de Dios para mi vida? ¿Estas atrapado en el pasado? Entrégaselo hoy a Cristo y recibe liberación (Mateo 11:28-30.) No permitas que el demonio mentiroso te mantenga afuera de la tierra prometida.
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