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Thomas A. Davis - Conciencia y Justificación.-“Silencio En El Alma”

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Thomas A. Davis - Conciencia y Justificación.-“Silencio En El Alma”  Empty Thomas A. Davis - Conciencia y Justificación.-“Silencio En El Alma”

Mensaje  PREDICADOR Dom Mar 25, 2012 6:49 pm

Thomas A. Davis - Conciencia y Justificación.-“Silencio En El Alma”

Era hora de comer en mi vieja alma mater. Unos 150 estudiantes estábamos sentados alrededor de las mesas en el comedor del pequeño colegio y, a medida que comíamos, espiritualmente analizábamos los eventos, las personas, y las ideas que dominaban nuestro propio mundo particular en aquel tiempo. La impresión que podría haber sido hecha sobre cualquiera que entrase caminando en aquel momento, hubiera sido una confusión de sonidos.
De repente hubo un total silencio. Por una coincidencia incomún, todos en el comedor habían pa-rado de conversar al mismo tiempo. La quietud no duró más de algunos segundos. Entonces se volvió el tópico de entretenidas conversaciones.
Ese pequeño incidente ilustra, como lo veremos inmediatamente, una importante y bella expe-riencia, que posee el pecador cuando se encuentra con Jesús. Esta experiencia viene cuando él encuentra lo que se llama justificación, lo cual significa simplemente, en términos de nuestro análisis, que cuando una persona conscientemente se entrega a sí misma completamente al Señor Jesús, sus pecados son perdonados. Él es aceptado por el padre, a través de Su Substituto, Jesús, y es mirado como si nunca hubiese pecado.
El apóstol Pablo describe la experiencia que la fe del pecador le trae en esta transacción con estas tremendas palabras: “Por lo tanto, ya que somos justificados por la fe, tenemos paz con Dios a través de nuestro Señor Jesucristo”. (Rom. 5:1, RSV).
La paz a que Pablo se refiere, paz real, es una cualidad espiritual. Viene cuando el Espíritu Santo toma posesión de la vida en el momento de la entrega. Viene solamente cuando enajenamiento con Dios es removido, cuando Jesús se vuelve nuestro substituto, amigo y abogado. Así tenemos paz con Dios, cuya concomitancia es una conciencia tranquila, cuando somos justificados a través de Jesús por la fe y la autoentrega.
Esta experiencia es como el silencio que cayó sobre el comedor en el colegio. Las siguientes pa-labras de Shakespeare describen la experiencia de uno antes de encontrar a Jesús:

Mi conciencia posee mil lenguas diferentes,
Y cada lengua trae un cuento diferente,
Y cada cuento me condena como un villano.

A menos que el yo se entregue a Jesús, no estamos perdonados ni justificados. Así no puede haber paz en el alma. Las pasiones luchan por expresarse, y la conciencia está confundida por las voces de muchas tentaciones.
La paz que viene con la justificación es la paz de la conquista. El pecado, como gobernador de la vida y perturbador de la conciencia, ha sido silenciado y erradicado del trono de la vida. Un nuevo Go-bernador, Jesús, reina.
Es la paz de la entrega. La conciencia, que ha estado exhortando para que las demandas del Crea-dor sean obedecidas, está ahora descansando. Su obra en relación a eso, ha sido hecha.
Es la paz del perdón. Porque la conciencia aproblemada del pecador, el conocimiento de que el Juez Supremo de todo lo ha perdonado, son unas tremendas buenas nuevas.
Es la paz de la confianza. Es la paz que proviene de la seguridad de que el Creador y el Controla-dor del universo está al control de la vida, que todas las cosas están sujetas a Su voluntad. No estamos más a merced de vientos variables de oportunidades.
Es la “paz de Dios, la cual sobrepasa todo entendimiento”. Fil. 4:7.
En otro lugar Ellen White, un autor citado previamente, describiendo la experiencia que proviene de la persona que se entrega completamente a Jesús, dice que hay “silencio en el alma”. Como el silencio que cayó sobre el comedor, no hay más lenguas acusadoras para traer “un cuento diferente” para condenar “a un villano”.
Antes de la justificación, la conciencia se levantará para ser muy activa, muy acusatoria, porque la convicción se habrá apoderado del alma. Las “mil lenguas diferentes” de la frase de Shakespeare, es-tarán todas clamando al mismo tiempo.
Este es un trabajo de Dios tratando de atraer el pecador hacia la cruz, a la penitencia y al perdón. “A quien Cristo perdona, primero lo hace penitente, y es el trabajo del Espíritu Santo convencerlo de pecado”. Discurso Maestro de Jesucristo:7. La conciencia es el instrumento y el canal que el Espíritu usa para traer la convicción.
Bajo la convicción de la conciencia el pecador puede ver la salida para la justificación como es-tando envuelta en tinieblas. Como el Sinaí, que estaba envuelto en llamas y del cual salían amenazantes truenos y luces reveladoras para el alma, la salida parece estar envuelta en un asombroso humo y nubes. Sus pecados pueden aparecer tan atroces que el pecador, así como los Israelitas que temieron aproximarse al Sinaí el día en que fue dada la ley, puede sentir que no puede allegarse a la salida por miedo a morir.
Pero a medida que la fe presiona las tinieblas, de repente el pecador se encuentra él mismo dentro de la salida y en una luz gloriosa. El humo y las nubes son dejadas para atrás; los truenos son silencia-dos; las luces parpadean y se van. Un glorioso arcoiris de la promesa lo envuelve; una perspectiva de belleza está ante él; una atmósfera de alegría y paz lo rodea. Ha pasado del país de la muerte al reino del cielo. Hay “silencio en el alma”.
Pero este silencio no necesita ser una paz temporaria. La felicidad encontrada temporariamente en las fuentes terrenas es calidoscópica de acuerdo con lo que le piden las circunstancias, pero la paz de Cristo es una paz invariable y duradera.
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