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Thomas A. Davis - La santificación y la Conciencia.-No Hay Voces Acusadoras

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Thomas A. Davis - La santificación y la Conciencia.-No Hay Voces Acusadoras  Empty Thomas A. Davis - La santificación y la Conciencia.-No Hay Voces Acusadoras

Mensaje  PREDICADOR Dom Mar 25, 2012 6:59 pm

Thomas A. Davis - La santificación y la Conciencia.-No Hay Voces Acusadoras

Volvamos al comedor del colegio a la situación descrita al comienzo del capítulo anterior. Se acordará que todos estaban hablando en el comedor, y entonces repentinamente hubo un silencio total. Por coincidencia, todos habían parado de hablar en el mismo momento.
Pero suponga que cuando todos pararon de conversar, una persona hubiese continuado hablando. Esa persona habría encontrado que sus palabras habían retumbado por el comedor con un volumen des-concertante. Porque cuando uno está compitiendo con ciento cincuenta personas, uno habla más alto que cuando uno está en circunstancias más calmas.
Cuando una persona es justificada y es liberada del pecado, comienza en su vida un proceso que es llamado santificación. “Pero ahora que habéis sido liberados del pecado... tenéis como retorno (res-puesta) la santificación y su fin, la vida eterna”. (Rom. 6:22, RSV).
La santificación, tal como es entendida generalmente, es un proceso que comienza con la justifi-cación y por medio de la cual la persona entregada es “cambiada a Su semejanza (la de Jesús) desde un grado de gloria al otro (un nivel de desarrollo de carácter cristiano al otro)”. 2 Cor. 3:18, RSV).
Este proceso de santificación puede ser definido como una constante sumisión a una conciencia que es iluminada por el Espíritu Santo, constantemente instruida por la Palabra de Dios y dirigida para seguir esa Palabra. Así la conciencia es subordinada a la autoridad de las Escrituras, lo cual es un impe-rativo.
Este proceso de transformación de carácter dura toda la vida. Su continuidad se basa en una cons-tante dependencia del Señor Jesucristo y un constante atender la voz de la conciencia iluminada. Cuan-do la conciencia es constantemente escuchada y obedecida, la paz es mantenida en el alma.
La persona que no ha experimentado el perdón y la justificación, puede tener miles de voces inte-riores acusándolo, siendo que ninguna es más prominente que las demás. La adición de una voz acusa-dora más, como resultado de una nueva violación de ña conciencia, hace poca diferencia. Pero, como observa Arthur Koestler, las voces están siempre presentes, sus incriminaciones están trayendo culpa, insatisfacción, ansiedad, infelicidad.
Pero cuando a través del perdón de Dios, esas voces son silenciadas, hay paz en el corazón, “si-lencio en el alma”. Si la conciencia es entonces deliberadamente o intencionalmente violada, la única voz que se levanta para acusarnos, resuena aguda y claramente. No hay otras voces para ahogarla o para desviarle la atención.
El cristiano genuino, cuyo deseo es ser semejante a Jesús, entonces, escucha siempre la voz de la conciencia y está pronto a seguir sus directrices. Al hacer esto el se vuelve más y más sensible a las premisas del Espíritu Santo y, consecuentemente, crece más y más a semejanza de Jesús. La otra direc-ción es tomada por aquel que no está tratando de ser un cristiano genuino. Esa actitud es descrita en es-tas palabras: “Justamente donde la conciencia del cristiano lo advierte para que se detenga, para negar el propio yo, para parar, ahí mismo el mundano ultrapasa la línea para condescender con sus propensiones egoístas. De un lado de la línea está el abnegado seguidor de Cristo; al otro lado está el amante del mundo, complaciente consigo mismo, cortejando la moda, empeñándose en frivolidades y regalándose en prohibido placer. A ese lado de la línea el cristiano no puede ir”. Discurso Maestro de Jesucristo:93.
Esta declaración puede ser mal interpretada por algunos, porque no muy frecuentemente la pala-bra mundano es la de aquel que no es un miembro de iglesia, uno que no es creyente en Cristo y en el cristianismo. Esta idea puede ser engañadora. Un mundano es alguien que posee una estructura (un marco) terrenal de referencia, sin importar su religión, profesión o status.
Durante muchos años he tenido en mi posesión un pequeño folleto titulado “Otros Pueden, Tu No Puedes”, el cual retrata lindamente la manera en la cual Dios opera con hombres y mujeres comprome-tidos, para santificarlos, para hacerlos semejantes a Jesús. La palabra conciencia no aparece en el folleto, pero el mensaje que Dios da a través de la conciencia es muy implícito. Déjeme compartir tres párrafos con usted:
“El Espíritu Santo pondrá un observador estricto sobre usted (que está completamente compro-metido con Él), con un amor celoso, y lo amonestará por pequeñas palabras y sentimientos, o por perder su tiempo y su dinero, por lo cual otros cristianos nunca parecen estar afligidos”.
“Decídase a aceptar que Dios es un infinito Soberano, y tiene el derecho a hacer lo que Él quiera con Su propiedad. Puede que Él no le explique miles de cosas, que pueden perturbar su razón en Su tra-to con usted; pero si usted está completamente decidido a ser Su amante siervo, Él lo va a envolver con Su celoso amor, y le concederá muchas bendiciones, las cuales les son dadas únicamente a aquellos que están en el círculo más íntimo”.
“Acuérdese para siempre, entonces, que usted tiene que tratar directamente con el Espíritu Santo (recordando que el Espíritu Santo nunca trabaja en forma contraria a las Escrituras), y que Él puede te-ner el privilegio de atar su lengua, o de encadenar su mano, o de cerrar sus ojos, de una manera tal que puede no ser la que usa con otras personas. Ahora, cuando usted está tan poseído con el Dios viviente que usted está, en lo más profundo de su corazón, agradecido y encantado con este guardián tan pecu-liar, personal, privado y celoso, que es el Espíritu Santo en su vida, usted habrá encontrado el vestíbulo del cielo”.
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