Gabriele Rienas - ¡Supere el desánimo!
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Gabriele Rienas - ¡Supere el desánimo!
¡Supere el desánimo!
A menos que la esposa del pastor se prepare con sabiduría y dé pasos deliberados para superar el desaliento, el drama de la iglesia la afectará con el tiempo y se volverá ineficaz en su aporte a la comunidad.
Elena se agitó incómoda en su asiento de primera fila. Consciente de que la gente bien podía estar observándola en aquel auditorio semicircular, mantuvo la serenidad en el rostro, con una leve sonrisa de aplomo en los labios. Con la mirada dirigida al frente, sus pensamientos volaron a la semana anterior. Su esposo se había mostrado callado y abstraído durante varios días, hablando con monosílabos y retirándose a su estudio por horas y horas. Todo intento de sacarlo de allí causaba en él impaciencia e irritabilidad.
Mientras ella dejaba que su mente divagara, volvió a vivir la llamada telefónica que recibió de un miembro de la iglesia a mediados de la semana, en la que le expresó toda una retahíla de críticas y quejas que la dejó agotada y desanimada. Sentía algo de culpabilidad por el brusco comentario que había pronunciado, en un inútil intento por ubicar al quejicoso en su lugar. Recordaba brevemente que había pensado en llamar a una amiga, y que después había decidido lo contrario, porque no le quedaban opciones viables. Entonces, estaba también la llamada telefónica de anoche, a las 9:00, para informarle que el que tocaba el teclado electrónico había olvidado avisar que no iba a estar en la ciudad durante el fin de semana. Treinta minutos y varias llamadas telefónicas más tarde, había conseguido reemplazarlo con alguien sin mucho interés de hacerlo. En la mente anotó la necesidad de dar afectuosamente las gracias al músico de reemplazo después del culto.
Traída de vuelta al presente por alguien que tosió en la congregación, Elena trató de centrarse otra vez en lo que estaba compartiendo su esposo. Mientras con sus gestos él trataba de destacar el tercer punto de su sermón, ella notó que él no llevaba la camisa metida en el pantalón por la espalda. Consideró que debía decírselo cuando terminara el culto.
Como Elena, muchas esposas de ministro luchan con los retos que trae consigo la ocupación de su esposo. Ya sea que ella siga un llamado personal al ministerio o no, la esposa del ministro, por virtud de sus votos matrimoniales, está llamada a apoyar a su esposo y los intereses de este. Mucho más que un trabajo, el ministerio se convierte en una forma de vivir, una estructura social, un sistema de valores y una ocupación; todo esto combinado.
Las congregaciones funcionan de forma muy similar a una familia. Aunque puede traer consigo realización y gozo, también aporta desventajas. Como las familias, las congregaciones experimentan conflictos y tensiones relacionales. Las críticas, la deslealtad, y la división surgen con frecuencia y cuando menos se las espera. La gente se comporta con inmadurez y egoísmo, y a veces impone sobre la familia del pastor sus propios asuntos irresolutos que arrastran del pasado. Por esto, más de una esposa de pastor ha confesado su fuerte desagrado por el papel que le ha tocado desempeñar.
Existen esposas de ministro cuya reacción es retraerse cuanto pueden, mientras que otras pasan por depresión. Algunas también viven con ansiedad. A menos que la esposa del pastor se prepare con sabiduría y dé pasos deliberados para superar el desaliento, el drama de la iglesia la afectará con el tiempo y se volverá ineficaz en su aporte a la comunidad.
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A menos que la esposa del pastor se prepare con sabiduría y dé pasos deliberados para superar el desaliento, el drama de la iglesia la afectará con el tiempo y se volverá ineficaz en su aporte a la comunidad.
Elena se agitó incómoda en su asiento de primera fila. Consciente de que la gente bien podía estar observándola en aquel auditorio semicircular, mantuvo la serenidad en el rostro, con una leve sonrisa de aplomo en los labios. Con la mirada dirigida al frente, sus pensamientos volaron a la semana anterior. Su esposo se había mostrado callado y abstraído durante varios días, hablando con monosílabos y retirándose a su estudio por horas y horas. Todo intento de sacarlo de allí causaba en él impaciencia e irritabilidad.
Mientras ella dejaba que su mente divagara, volvió a vivir la llamada telefónica que recibió de un miembro de la iglesia a mediados de la semana, en la que le expresó toda una retahíla de críticas y quejas que la dejó agotada y desanimada. Sentía algo de culpabilidad por el brusco comentario que había pronunciado, en un inútil intento por ubicar al quejicoso en su lugar. Recordaba brevemente que había pensado en llamar a una amiga, y que después había decidido lo contrario, porque no le quedaban opciones viables. Entonces, estaba también la llamada telefónica de anoche, a las 9:00, para informarle que el que tocaba el teclado electrónico había olvidado avisar que no iba a estar en la ciudad durante el fin de semana. Treinta minutos y varias llamadas telefónicas más tarde, había conseguido reemplazarlo con alguien sin mucho interés de hacerlo. En la mente anotó la necesidad de dar afectuosamente las gracias al músico de reemplazo después del culto.
Traída de vuelta al presente por alguien que tosió en la congregación, Elena trató de centrarse otra vez en lo que estaba compartiendo su esposo. Mientras con sus gestos él trataba de destacar el tercer punto de su sermón, ella notó que él no llevaba la camisa metida en el pantalón por la espalda. Consideró que debía decírselo cuando terminara el culto.
Como Elena, muchas esposas de ministro luchan con los retos que trae consigo la ocupación de su esposo. Ya sea que ella siga un llamado personal al ministerio o no, la esposa del ministro, por virtud de sus votos matrimoniales, está llamada a apoyar a su esposo y los intereses de este. Mucho más que un trabajo, el ministerio se convierte en una forma de vivir, una estructura social, un sistema de valores y una ocupación; todo esto combinado.
Las congregaciones funcionan de forma muy similar a una familia. Aunque puede traer consigo realización y gozo, también aporta desventajas. Como las familias, las congregaciones experimentan conflictos y tensiones relacionales. Las críticas, la deslealtad, y la división surgen con frecuencia y cuando menos se las espera. La gente se comporta con inmadurez y egoísmo, y a veces impone sobre la familia del pastor sus propios asuntos irresolutos que arrastran del pasado. Por esto, más de una esposa de pastor ha confesado su fuerte desagrado por el papel que le ha tocado desempeñar.
Existen esposas de ministro cuya reacción es retraerse cuanto pueden, mientras que otras pasan por depresión. Algunas también viven con ansiedad. A menos que la esposa del pastor se prepare con sabiduría y dé pasos deliberados para superar el desaliento, el drama de la iglesia la afectará con el tiempo y se volverá ineficaz en su aporte a la comunidad.
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El reto de una conexión significativa
El reto de una conexión significativa
Pregunte a las esposas de pastor qué representa un reto para ellas, y observará que con frecuencia vencer la soledad aparecerá muy cerca del principio de la lista. Los sentimientos de aislamiento parecen ser comunes, sea que busque amistades en la congregación, o no. Existe cierto grado de soledad que es inherente a los puestos de liderazgo. Ser líder de la gente no es lo mismo que formar parte de la multitud. Aunque la esposa del pastor no asuma un papel de liderazgo, la posición de su esposo puede llevarla a experimentar cierto grado de aislamiento. Aun en las relaciones más afectuosas dentro de la congregación, existen algunos asuntos que ella no puede ni debe compartir. Su confidencialidad y el respeto por su esposo impiden una revelación total. Si siente carga por una dificultad con un miembro de la iglesia en particular, no sería ético que compartiera su frustración con una tercera persona.
La esposa de un ministro puede enfrentarse a obstáculos desafiantes, como las críticas injustas y la murmuración de alguien de la congregación, en especial si ella toma la madura decisión de no responderle.
Una de las damas que asistían al estudio bíblico regaba la acusación de que Linda era fría y poco amistosa con ella, y que tenía sus favoritas, que eran sus amigas con las que llenaba su álbum de recortes. Linda se sintió estupefacta y horrorizada, porque en varias ocasiones había procurado conversar con aquella mujer, pero siempre se topaba con desinterés y poca atención. Era cierto que le encantaba trabajar con el álbum de recortes, pero ella se esforzaba por no mostrar favoritismo con las damas de la iglesia. Sintió un fuerte impulso de corregir aquellas falsas afirmaciones. Pensó en enviar a todas las personas involucradas una carta para expresarles su punto de vista. Aunque le dolía el corazón, su sentido común le recordó que rebajarse a aquel nivel era una solución necia, y que lo más probable era que solo serviría para complicar la situación. Entonces se consoló con la Palabra de Dios: «Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová» (Is 54.17).
Antes de desanimarse más de la cuenta con respecto a su sentimiento de soledad en el ministerio, las esposas de pastor necesitan recordar que los tiempos de soledad solo son eso: tiempos, temporadas. No son la suma total de las experiencias en la vida. El ministerio también trae consigo muchas oportunidades para la interacción social y la realización. No todo el mundo se volverá contra nosotros, o nos herirá. En la mayoría de las congregaciones existen personas maravillosas que nos apoyan y nos aman profundamente, y solo nos desean lo mejor. Las relaciones que nos llevan a sentirnos realizadas exigen que corramos riesgo. Después que nos han herido, es frecuente que nos sintamos tentadas a evitar volver a vernos en una situación vulnerable.
La esposa de ministro que insista en acercarse a las demás personas se verá recompensada con relaciones sanadoras. Lo irónico es que para hallar sanidad hace falta arriesgarse, y sin embargo, el riesgo deja a la persona vulnerable a más dolor. Por eso el Espíritu Santo nos ha ofrecido andar con nosotros y ayudarnos (Is 43.2).
Cultivar relaciones fuera de la congregación es un reto imprescindible, aunque contamos con poco tiempo, y pocos contactos con las personas que se encuentran fuera del círculo de la congregación.
Si las esposas de pastor se mantienen con apertura, Dios puede usar infinidad de caminos para acercarla a personas en las cuales consiga confiar. La esposa de otro pastor de la misma comunidad puede ser un gran recurso. En una experiencia ministerial, nos reunimos para almorzar con frecuencia con varias esposas de ministro de la localidad, hasta que hallé una con la cual sentí afinidad. Durante cinco años nos reunimos una vez al mes para almorzar, y aún hoy nos seguimos encontrando.
Muchas comunidades ofrecen estudios bíblicos interdenominacionales. Las mujeres que ocupan los puestos de liderazgo muchas veces son maduras, compasivas y potenciales candidatas para construir una amistad. La esposa de pastor puede hacer una conexión con una vecina, una compañera del trabajo o una persona de su familia en la que confíe. A veces las relaciones del pasado, como alguna persona leal con la que se haya vivido una experiencia en el ministerio, pueden ser una fuente de aliento.
La esposa de pastor necesita actuar con sabiduría a la hora de escoger a la persona en la que confiará. Debe estar consciente de que existe garantía de seguridad solo porque la persona sea amistosa, o porque reciba bien sus confesiones. Lamentablemente, existe quienes disfrutan lo que consideran un estatus por sostener una amistad con la esposa del pastor. Podríamos sufrir unas dolorosas repercusiones si tomáramos una decisión poco sabia en este asunto. Pruebe las aguas, y busque señales de que esa mujer es genuina y cuya motivación con respecto a su amistad es desinteresada. La persona digna de confianza es madura en su fe, compasiva y sincera. Por otra parte, existen ciertas banderas rojas que nos deben frenar. ¿Murmura esta persona de otras? ¿Tiene una prolongada historia de luchas con relaciones en las cuales ella era la víctima? ¿Muestra una actitud de amargura respecto a la iglesia? ¿Acarrea una historia de traumas y dificultades relacionadas con la iglesia? ¿Está de acuerdo en todo con usted, en vez de enfrentársele con delicadeza con su propia contribución a las cuestiones que se van produciendo? Estas son las señales de que debemos buscar en algún otro lugar la amistad que con tanta urgencia necesitamos. Aunque sea todo un reto hallar tiempo y energía para cultivar relaciones con personas de afuera, las recompensas superan con mucho al esfuerzo.
Pregunte a las esposas de pastor qué representa un reto para ellas, y observará que con frecuencia vencer la soledad aparecerá muy cerca del principio de la lista. Los sentimientos de aislamiento parecen ser comunes, sea que busque amistades en la congregación, o no. Existe cierto grado de soledad que es inherente a los puestos de liderazgo. Ser líder de la gente no es lo mismo que formar parte de la multitud. Aunque la esposa del pastor no asuma un papel de liderazgo, la posición de su esposo puede llevarla a experimentar cierto grado de aislamiento. Aun en las relaciones más afectuosas dentro de la congregación, existen algunos asuntos que ella no puede ni debe compartir. Su confidencialidad y el respeto por su esposo impiden una revelación total. Si siente carga por una dificultad con un miembro de la iglesia en particular, no sería ético que compartiera su frustración con una tercera persona.
La esposa de un ministro puede enfrentarse a obstáculos desafiantes, como las críticas injustas y la murmuración de alguien de la congregación, en especial si ella toma la madura decisión de no responderle.
Una de las damas que asistían al estudio bíblico regaba la acusación de que Linda era fría y poco amistosa con ella, y que tenía sus favoritas, que eran sus amigas con las que llenaba su álbum de recortes. Linda se sintió estupefacta y horrorizada, porque en varias ocasiones había procurado conversar con aquella mujer, pero siempre se topaba con desinterés y poca atención. Era cierto que le encantaba trabajar con el álbum de recortes, pero ella se esforzaba por no mostrar favoritismo con las damas de la iglesia. Sintió un fuerte impulso de corregir aquellas falsas afirmaciones. Pensó en enviar a todas las personas involucradas una carta para expresarles su punto de vista. Aunque le dolía el corazón, su sentido común le recordó que rebajarse a aquel nivel era una solución necia, y que lo más probable era que solo serviría para complicar la situación. Entonces se consoló con la Palabra de Dios: «Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová» (Is 54.17).
Antes de desanimarse más de la cuenta con respecto a su sentimiento de soledad en el ministerio, las esposas de pastor necesitan recordar que los tiempos de soledad solo son eso: tiempos, temporadas. No son la suma total de las experiencias en la vida. El ministerio también trae consigo muchas oportunidades para la interacción social y la realización. No todo el mundo se volverá contra nosotros, o nos herirá. En la mayoría de las congregaciones existen personas maravillosas que nos apoyan y nos aman profundamente, y solo nos desean lo mejor. Las relaciones que nos llevan a sentirnos realizadas exigen que corramos riesgo. Después que nos han herido, es frecuente que nos sintamos tentadas a evitar volver a vernos en una situación vulnerable.
La esposa de ministro que insista en acercarse a las demás personas se verá recompensada con relaciones sanadoras. Lo irónico es que para hallar sanidad hace falta arriesgarse, y sin embargo, el riesgo deja a la persona vulnerable a más dolor. Por eso el Espíritu Santo nos ha ofrecido andar con nosotros y ayudarnos (Is 43.2).
Cultivar relaciones fuera de la congregación es un reto imprescindible, aunque contamos con poco tiempo, y pocos contactos con las personas que se encuentran fuera del círculo de la congregación.
Si las esposas de pastor se mantienen con apertura, Dios puede usar infinidad de caminos para acercarla a personas en las cuales consiga confiar. La esposa de otro pastor de la misma comunidad puede ser un gran recurso. En una experiencia ministerial, nos reunimos para almorzar con frecuencia con varias esposas de ministro de la localidad, hasta que hallé una con la cual sentí afinidad. Durante cinco años nos reunimos una vez al mes para almorzar, y aún hoy nos seguimos encontrando.
Muchas comunidades ofrecen estudios bíblicos interdenominacionales. Las mujeres que ocupan los puestos de liderazgo muchas veces son maduras, compasivas y potenciales candidatas para construir una amistad. La esposa de pastor puede hacer una conexión con una vecina, una compañera del trabajo o una persona de su familia en la que confíe. A veces las relaciones del pasado, como alguna persona leal con la que se haya vivido una experiencia en el ministerio, pueden ser una fuente de aliento.
La esposa de pastor necesita actuar con sabiduría a la hora de escoger a la persona en la que confiará. Debe estar consciente de que existe garantía de seguridad solo porque la persona sea amistosa, o porque reciba bien sus confesiones. Lamentablemente, existe quienes disfrutan lo que consideran un estatus por sostener una amistad con la esposa del pastor. Podríamos sufrir unas dolorosas repercusiones si tomáramos una decisión poco sabia en este asunto. Pruebe las aguas, y busque señales de que esa mujer es genuina y cuya motivación con respecto a su amistad es desinteresada. La persona digna de confianza es madura en su fe, compasiva y sincera. Por otra parte, existen ciertas banderas rojas que nos deben frenar. ¿Murmura esta persona de otras? ¿Tiene una prolongada historia de luchas con relaciones en las cuales ella era la víctima? ¿Muestra una actitud de amargura respecto a la iglesia? ¿Acarrea una historia de traumas y dificultades relacionadas con la iglesia? ¿Está de acuerdo en todo con usted, en vez de enfrentársele con delicadeza con su propia contribución a las cuestiones que se van produciendo? Estas son las señales de que debemos buscar en algún otro lugar la amistad que con tanta urgencia necesitamos. Aunque sea todo un reto hallar tiempo y energía para cultivar relaciones con personas de afuera, las recompensas superan con mucho al esfuerzo.
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