Hal Mayer - El Dia del Senor
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Hal Mayer - El Dia del Senor
Hal Mayer - El Dia del Senor
¿Es legalismo guardar el Sábado?
Cariñosos saludos para usted y su familia. Oro para que el Señor lo esté bendiciendo y lo esté enrique-ciendo en Su Gloria y carácter. Estamos en los últimos días y es nuestro privilegio trabajar para Dios y amarlo. Este mes, tenemos la segunda parte de la serie del Sábado que les prometí. Quiero que entien-dan y que tengan respuestas bíblicas para vuestra fe.
Tal vez uno de los errores más persistentes que se han introducido contra el séptimo día Sábado, es que sus defensores son legalistas. Está fundado en la idea que la ley de los Diez Mandamientos no está más en vigor, o por lo menos el mandamiento del “séptimo día”.
Espero que al oír este mensaje mensual usted pueda ver la relación bíblica entre la ley y la justicia de Cristo, y cómo el Sábado del séptimo día refleja los verdaderos principios de la justicia y de la gracia de Cristo.
Antes que comencemos, inclinemos nuestras cabezas en oración. Nuestro amante Padre celestial. Cuán agradecidos estamos que Jesús nos ame tanto, que vino a esta tierra a morir en la cruz, de tal manera que por la fe en Su sangre podamos tener vida eterna. También estamos agradecidos que a través del poder de Jesús que vive en nuestras vidas, podemos tener Su carácter estampado en nuestros corazones. Hoy, por favor, envía tu Espíritu Santo para que nos muestre lo que necesitamos saber acerca de este tópico vital. Vemos que las Escrituras nos dicen al final del tiempo, habrá un conflicto acerca de la adoración, la adoración de Jesús, o la adoración del anti-Cristo. Ayúdanos a colocarlo todo junto, para que podamos entenderlo claramente. Oro en el nombre de Jesús, Amén.
Para entender verdaderamente el Sábado, tenemos que entender el principio de la gracia. Una de las de-claraciones más comunes por parte de aquellos que abogan por guardar el séptimo día Sábado de Dios, es que aquellos que así lo hacen, son legalistas, y piensan que pueden llevar a cabo su propio camino al cielo. Se dice que ignoran la gran verdad del evangelio que es la salvación por la gracia a través de la fe. Nada podría estar más lejos de la verdad.
La Biblia es muy clara en mostrar que nadie puede obtener la salvación a través de sus obras. Por ejemplo, Gálatas 2:16 dice: “Sabemos que el hombre no es justificado por las obras de la Ley, sino por la fe en Jesucristo. Así, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe en Cristo, y no por las obras de la Ley; porque por las obras de la Ley ninguno será justificado”.
Como nota al margen, por favor observe que es la fe de Cristo la que tenemos que tener, no nuestra propia fe, si es que queremos ser justificados. Jesús planta Su propia fe en nosotros. Pablo en Gálatas 2:20 refuerza esto diciendo: “Y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo por la fe del Hijo de Dios”.
Pablo lo deja tremendamente claro que no podemos armarnos de nuestra propia fe para ser justificados. Tenemos que tener la fe de Jesús. Entonces el apóstol y profeta Juan concluye que aquellos que están viviendo en el fin del tiempo tendrán también la paciencia de los santos. Observe los dos principios que caracterizarán a la última generación sobre la tierra. En Apoc. 14:12 él escribe: “¡Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los Mandamientos de Dios y la fe de Jesús!”. Los Diez Mandamientos y la fe de Jesús van lado a lado. Juan no quería que nos confundiéramos con la profunda e inseparable unión entre los Diez Mandamientos y la fe de Jesús. Usted no puede tener uno sin tener la otra, porque estará incompleto. Usted no puede guardar los Diez Mandamientos sin tener la fe de Jesús. Ni tampoco puede, de hecho, tener la fe de Jesús sin los Diez Mandamientos.
Así, ¿cómo guardamos los mandamientos de Dios? Es obvio. La única manera de guardar los manda-mientos de Dios es a través de la fe de Jesús. Si usted va a hacer parte de la última generación de per-sonas que dan un claro y decidido testimonio de su amor y de su lealtad hacia Jesucristo, usted tiene que tener la fe de Jesús para guardar los Diez Mandamientos.
Tenemos que tener la fe de Jesús y una experiencia viva con los Diez Mandamientos si es que queremos tener éxito en la batalla de la vida. Tenemos que tener la fe de Jesús y un conocimiento experimental de los Diez Mandamientos, si es que queremos vencer el pecado. Tenemos que tener la fe de Jesús para guardar los Diez Mandamientos si es que queremos sobrevivir en la crisis venidera acerca de la adoración en domingo.
¿Y cómo obtenemos la fe de Jesús? La única manera es entregándole tu vida a Él, seguido de tu deter-minación personal de vivir para Él y de hacer lo que Él diga. Cuando Jesús entra en tu vida, guardar los Diez Mandamientos es la única cosa que tú puedes hacer, finalmente. Si tienes a Jesús en tu vida, Él te llevará a toda la verdad, y te llevará a guardar Sus santos Diez Mandamientos. Vas a aprender más y más a medida que caminas con Él, pero eventualmente, Él te colocará en la posición donde estarás vi-viendo con el mismo carácter que Él tiene. Vivirás por todos los Diez Mandamientos, porque el pecado se volverá desagradable para ti. Y todo lo que no esté en armonía con el Espíritu de Dios, te parecerá extraño y no lo querrás más en tu vida.
Escuche esta interesante declaración del libro El Deseado de Todas las Gentes:621. Es poderosa. “Cuando conozcamos a Dios como es nuestro privilegio conocerle, nuestra vida será una vida de conti-nua obediencia. Si apreciamos el carácter de Cristo y tenemos comunión con Dios, el pecado llegará a sernos odioso”.
¿No es asombroso? El pecado realmente nos será odioso. Ese es el blanco de Jesús para Su pueblo en la tierra. Él quiere que odien tanto el pecado, que será seguro trasladarlos al cielo. El pecado no puede permanecer donde está Jesús. Cuando Él entra en tu corazón, el pecado es expulsado del alma. Quedas limpio y puro.
Mi esposa y su coro viajaron recientemente a Japón. Les solicitaron que cantaran para una sociedad ve-getariana que estaba compuesta mayoritariamente de Budistas. Ellos les cantaron música cristiana. Cuando terminó, la música había impresionado de tal manera a los oyentes, que sintieron que la música los había “limpiado”. La verdad es, que cuando uno ha estado con Jesús, Él nos limpia. Y así como es-tos Budistas se sintieron limpios cuando escucharon la música celestial, tú eres limpiado cuando Jesús entra en tu corazón. No solo tus pecados pasados son limpiados y lavados, sino que Él reemplaza el pe-cado con Su justicia. Desde ahí en adelante, tu vives justamente, a no ser que le digas a Jesús que se vaya. Eso es lo que la gracia hace por ti. Te limpia de dos maneras diferentes. Primero remueve el pa-sado, pero también le da poder al presente, de tal manera que puedas permanecer limpio.
Jesús planta Su fe en tu alma y esto transformas tu corazón. Hay tentaciones, porque Satanás no quiere perder a su víctima. Pero aferrándose a Cristo y suplicando Su justicia para que tome cuenta del alma, Él responderá tu oración y colocará Su fe en tu corazón. Entonces puedes vivir para Él. La gracia no solamente remueve la culpa del pasado de tal manera que no puedas volver a tus pecados. Tienes que pedirle a Jesús en tu corazón todos los días, a cada hora, y en cada tentación. Él derramará Su gracia en tu alma y tu crecerás a Su imagen cada vez más.
Pero tal vez nos estamos adelantando un poco. Volvamos al asunto de la salvación. ¿Ha habido alguna vez otro camino para ser justificado ante Dios, que no sea a través de la fe de Jesús? ¿Fueron los hom-bres antes de la cruz justificados “por las obras de la ley” y después de la cruz “por la gracia”? Algunas personas enseñan que el periodo anterior a la cruz era la dispensación de las obras, queriendo decir que el hombre era salvo por sus obras. Hebreos 11 nos dice claramente que fue por la fe que las personas del Antiguo Testamento fueron victoriosas. Aun el propio Moisés, el mismo a quien se le encargó la santa ley de Dios, los Diez Mandamientos en dos tablas de piedra, “guardó la Pascua” por la fe (verso 28). Él fue el que levantó el santuario en el desierto como un modelo en miniatura del santuario celestial, el cual muestra claramente cómo el hombre es justificado colocando sus pecados sobre el portador de pecados, el cordero. La salvación no residía en el sacrificio del cordero literal, sino que en la fe del pecador en el futuro sacrificio del cordero anti-típico, Jesucristo. La fe de Cristo también fue plantada en ellos, de tal manera que pudieran ser justificados entonces y ahí por la fe en Su futuro sacrificio. El método no es diferente hoy de entonces.
¿Es legalismo guardar el Sábado?
Cariñosos saludos para usted y su familia. Oro para que el Señor lo esté bendiciendo y lo esté enrique-ciendo en Su Gloria y carácter. Estamos en los últimos días y es nuestro privilegio trabajar para Dios y amarlo. Este mes, tenemos la segunda parte de la serie del Sábado que les prometí. Quiero que entien-dan y que tengan respuestas bíblicas para vuestra fe.
Tal vez uno de los errores más persistentes que se han introducido contra el séptimo día Sábado, es que sus defensores son legalistas. Está fundado en la idea que la ley de los Diez Mandamientos no está más en vigor, o por lo menos el mandamiento del “séptimo día”.
Espero que al oír este mensaje mensual usted pueda ver la relación bíblica entre la ley y la justicia de Cristo, y cómo el Sábado del séptimo día refleja los verdaderos principios de la justicia y de la gracia de Cristo.
Antes que comencemos, inclinemos nuestras cabezas en oración. Nuestro amante Padre celestial. Cuán agradecidos estamos que Jesús nos ame tanto, que vino a esta tierra a morir en la cruz, de tal manera que por la fe en Su sangre podamos tener vida eterna. También estamos agradecidos que a través del poder de Jesús que vive en nuestras vidas, podemos tener Su carácter estampado en nuestros corazones. Hoy, por favor, envía tu Espíritu Santo para que nos muestre lo que necesitamos saber acerca de este tópico vital. Vemos que las Escrituras nos dicen al final del tiempo, habrá un conflicto acerca de la adoración, la adoración de Jesús, o la adoración del anti-Cristo. Ayúdanos a colocarlo todo junto, para que podamos entenderlo claramente. Oro en el nombre de Jesús, Amén.
Para entender verdaderamente el Sábado, tenemos que entender el principio de la gracia. Una de las de-claraciones más comunes por parte de aquellos que abogan por guardar el séptimo día Sábado de Dios, es que aquellos que así lo hacen, son legalistas, y piensan que pueden llevar a cabo su propio camino al cielo. Se dice que ignoran la gran verdad del evangelio que es la salvación por la gracia a través de la fe. Nada podría estar más lejos de la verdad.
La Biblia es muy clara en mostrar que nadie puede obtener la salvación a través de sus obras. Por ejemplo, Gálatas 2:16 dice: “Sabemos que el hombre no es justificado por las obras de la Ley, sino por la fe en Jesucristo. Así, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe en Cristo, y no por las obras de la Ley; porque por las obras de la Ley ninguno será justificado”.
Como nota al margen, por favor observe que es la fe de Cristo la que tenemos que tener, no nuestra propia fe, si es que queremos ser justificados. Jesús planta Su propia fe en nosotros. Pablo en Gálatas 2:20 refuerza esto diciendo: “Y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo por la fe del Hijo de Dios”.
Pablo lo deja tremendamente claro que no podemos armarnos de nuestra propia fe para ser justificados. Tenemos que tener la fe de Jesús. Entonces el apóstol y profeta Juan concluye que aquellos que están viviendo en el fin del tiempo tendrán también la paciencia de los santos. Observe los dos principios que caracterizarán a la última generación sobre la tierra. En Apoc. 14:12 él escribe: “¡Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los Mandamientos de Dios y la fe de Jesús!”. Los Diez Mandamientos y la fe de Jesús van lado a lado. Juan no quería que nos confundiéramos con la profunda e inseparable unión entre los Diez Mandamientos y la fe de Jesús. Usted no puede tener uno sin tener la otra, porque estará incompleto. Usted no puede guardar los Diez Mandamientos sin tener la fe de Jesús. Ni tampoco puede, de hecho, tener la fe de Jesús sin los Diez Mandamientos.
Así, ¿cómo guardamos los mandamientos de Dios? Es obvio. La única manera de guardar los manda-mientos de Dios es a través de la fe de Jesús. Si usted va a hacer parte de la última generación de per-sonas que dan un claro y decidido testimonio de su amor y de su lealtad hacia Jesucristo, usted tiene que tener la fe de Jesús para guardar los Diez Mandamientos.
Tenemos que tener la fe de Jesús y una experiencia viva con los Diez Mandamientos si es que queremos tener éxito en la batalla de la vida. Tenemos que tener la fe de Jesús y un conocimiento experimental de los Diez Mandamientos, si es que queremos vencer el pecado. Tenemos que tener la fe de Jesús para guardar los Diez Mandamientos si es que queremos sobrevivir en la crisis venidera acerca de la adoración en domingo.
¿Y cómo obtenemos la fe de Jesús? La única manera es entregándole tu vida a Él, seguido de tu deter-minación personal de vivir para Él y de hacer lo que Él diga. Cuando Jesús entra en tu vida, guardar los Diez Mandamientos es la única cosa que tú puedes hacer, finalmente. Si tienes a Jesús en tu vida, Él te llevará a toda la verdad, y te llevará a guardar Sus santos Diez Mandamientos. Vas a aprender más y más a medida que caminas con Él, pero eventualmente, Él te colocará en la posición donde estarás vi-viendo con el mismo carácter que Él tiene. Vivirás por todos los Diez Mandamientos, porque el pecado se volverá desagradable para ti. Y todo lo que no esté en armonía con el Espíritu de Dios, te parecerá extraño y no lo querrás más en tu vida.
Escuche esta interesante declaración del libro El Deseado de Todas las Gentes:621. Es poderosa. “Cuando conozcamos a Dios como es nuestro privilegio conocerle, nuestra vida será una vida de conti-nua obediencia. Si apreciamos el carácter de Cristo y tenemos comunión con Dios, el pecado llegará a sernos odioso”.
¿No es asombroso? El pecado realmente nos será odioso. Ese es el blanco de Jesús para Su pueblo en la tierra. Él quiere que odien tanto el pecado, que será seguro trasladarlos al cielo. El pecado no puede permanecer donde está Jesús. Cuando Él entra en tu corazón, el pecado es expulsado del alma. Quedas limpio y puro.
Mi esposa y su coro viajaron recientemente a Japón. Les solicitaron que cantaran para una sociedad ve-getariana que estaba compuesta mayoritariamente de Budistas. Ellos les cantaron música cristiana. Cuando terminó, la música había impresionado de tal manera a los oyentes, que sintieron que la música los había “limpiado”. La verdad es, que cuando uno ha estado con Jesús, Él nos limpia. Y así como es-tos Budistas se sintieron limpios cuando escucharon la música celestial, tú eres limpiado cuando Jesús entra en tu corazón. No solo tus pecados pasados son limpiados y lavados, sino que Él reemplaza el pe-cado con Su justicia. Desde ahí en adelante, tu vives justamente, a no ser que le digas a Jesús que se vaya. Eso es lo que la gracia hace por ti. Te limpia de dos maneras diferentes. Primero remueve el pa-sado, pero también le da poder al presente, de tal manera que puedas permanecer limpio.
Jesús planta Su fe en tu alma y esto transformas tu corazón. Hay tentaciones, porque Satanás no quiere perder a su víctima. Pero aferrándose a Cristo y suplicando Su justicia para que tome cuenta del alma, Él responderá tu oración y colocará Su fe en tu corazón. Entonces puedes vivir para Él. La gracia no solamente remueve la culpa del pasado de tal manera que no puedas volver a tus pecados. Tienes que pedirle a Jesús en tu corazón todos los días, a cada hora, y en cada tentación. Él derramará Su gracia en tu alma y tu crecerás a Su imagen cada vez más.
Pero tal vez nos estamos adelantando un poco. Volvamos al asunto de la salvación. ¿Ha habido alguna vez otro camino para ser justificado ante Dios, que no sea a través de la fe de Jesús? ¿Fueron los hom-bres antes de la cruz justificados “por las obras de la ley” y después de la cruz “por la gracia”? Algunas personas enseñan que el periodo anterior a la cruz era la dispensación de las obras, queriendo decir que el hombre era salvo por sus obras. Hebreos 11 nos dice claramente que fue por la fe que las personas del Antiguo Testamento fueron victoriosas. Aun el propio Moisés, el mismo a quien se le encargó la santa ley de Dios, los Diez Mandamientos en dos tablas de piedra, “guardó la Pascua” por la fe (verso 28). Él fue el que levantó el santuario en el desierto como un modelo en miniatura del santuario celestial, el cual muestra claramente cómo el hombre es justificado colocando sus pecados sobre el portador de pecados, el cordero. La salvación no residía en el sacrificio del cordero literal, sino que en la fe del pecador en el futuro sacrificio del cordero anti-típico, Jesucristo. La fe de Cristo también fue plantada en ellos, de tal manera que pudieran ser justificados entonces y ahí por la fe en Su futuro sacrificio. El método no es diferente hoy de entonces.
Re: Hal Mayer - El Dia del Senor
Permítame hacer otra pregunta. ¿Cuál es la actitud de un hombre que es justificado por fe para con los Diez Mandamientos? ¿Piensa él que debido a que es justificado por fe tiene ahora licencia para robar, mentir, cometer adulterio, asesinar, adorar ídolos, o transgredir el Sábado? O ama él tanto a Jesús que rehuye todas estas cosas, rehusándose a participar en ellas. La justificación de Cristo a través de Su gracia, no es una licencia para matar, robar, tomar el nombre de Dios en vano, golpear a su esposa, transgredir el Sábado, o cualquier otro mandamiento. Es justamente lo opuesto, Jesús nos capacita, nos da poder, para vivir de toda palabra que procede de la boca de Dios, incluyendo todos los Diez Man-damientos.
Ser justificado es lo opuesto a ser condenado. Romanos 8:1 dice: “Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús”. El hombre no justificado es aquel que está bajo condenación, mientras que el hombre justificado está libre de ella. El hombre no justificado está “bajo la ley”, o bajo condenación. Escuche Romanos 3:19. “Pero sabemos que todo lo que dice la Ley, lo dice a los que están bajo la Ley, para que toda boca se cierre, y todo el mundo sienta su culpa ante Dios”.
Este versículo nos muestra claramente que “bajo la ley” significa estar bajo culpa o bajo condenación. Cuando el hombre transgrede la ley de Dios, él es culpable y está condenado ante Dios. Si él vive por la ley, no necesita preocuparse con ninguna condenación de la ley. Cuando pecamos y transgredimos la santa ley de Dios, estamos bajo condenación, o en otras palabras, estamos perdidos. Y la única manera de ser liberados de esta culpa y condenación es volverse sinceramente a Cristo en arrepentimiento y re-cibir Su perdón y justificación.
Dios no puede eliminar Su ley para acomodar al pecador. Si así fuese, se le tendría que dar la vida eter-na a Satanás y llevarlo de vuelta al cielo. La ley de Dios es eterna e inmutable. El mismo Dios dijo: “Yo no cambio”. Malaquías 3:6. Algunos progresistas modernos, como les gusta ser llamados a los liberales, quieren cambiar la ley de Dios y acomodar al pecador. Ellos dicen que la ley fue abolida en la cruz. Pero esto es imposible. Si la ley fue abolida, Satanás estaría entonces capacitado para decir que él tenía razón y que la ley de Dios no puede ser guardada. Él podría entonces acusar a Dios de haberlo expulsado erróneamente del cielo, y podría exigir ser restituido a su posición celestial original. Los mundos y los ángeles no caídos sentirían nuevamente simpatía con los argumentos de Satanás contra Dios. Aquellos que enseñan que la ley fue abolida, están realmente haciéndole eco a unas de las mentiras de Satanás, que la ley no puede ser guardada.
Jesús vivió y murió en la tierra guardando la ley. Ni siquiera una vez Él transgredió la ley de Dios. Ni siquiera una vez Él transgredió los santos requerimientos, ni aun bajo las más severas provocaciones. Él cumplió la ley. En otras palabras, Él vivió de ella. No la transgredió. Al así hacerlo Él nos muestra cómo el hombre también puede vivir por aquella misma ley. Así como Él dependió de Dios para obtener poder para vencer las tentaciones de Satanás, así podemos depender nosotros en Él para obtener poder y vencer igualmente.
Abolir la ley de los diez mandamientos sería decir que es una ley injusta en primer lugar, y que jamás debió haber sido hecha. Satanás adoraría eso. Estaría diciendo que él estaba en lo correcto al acusar a Dios de ser un tirano injusto y de crear leyes que eran injustas y que no podían ser guardadas. Sería su manera de diseminar su obra de destrucción por todo el universo. También estaría diciendo que cual-quier hombre que viole la ley no está condenado, porque la ley de los diez mandamientos es injusta, solo para comenzar. Dios sería más bien tonto y malo en colocar en operación una ley que nadie puede guardar, y después hacerlos culpables por violarla. El hombre a menudo hace eso con leyes terrenales, pero no Dios. No, Dios no puede abolir Su propia ley, porque es una transcripción de Su propio carácter. Él es eterno y Él no cambia. Y tampoco comete errores tontos.
De tal manera que el hombre no puede salvarse a sí mismo guardando la ley. Pero al mismo tiempo, la ley aun está vigente. Piense en ello de esta manera. 1 Juan 3:4 dice: “Pecado es transgresión de la ley”, cuya penalidad es la muerte, porque “el salario del pecado es la muerte”. Romanos 6:23. así es que para que un hombre pueda ser verdaderamente justificado por sus propias obras, él tiene que entender que ha pecado y que está bajo la sentencia de muerte. Entonces tiene que morir para pagar la justa penalidad por haber quebrado la ley. Habiendo pagado la penalidad él mismo con su propia muerte, tiene que resucitar de la muerte. Entonces puede estar en pie delante de la ley como un ser no condenado y justi-ficado por sus propias obras. Y Dios tendría que darle entonces la vida eterna.
Tal vez usted pueda ver cuán ridículo e imposible es todo eso. Desde nuestro propio sistema legal aquí en la tierra, podemos entender este problema. Cuando usted quiebra una ley de su país, usted va a pri-sión. El juez lo sentencia a un año, o dos, o sea lo que fuere la penalidad que requiere su crimen. mien-tras usted estás en prisión, usted está bajo la condenación judicial de la ley. Una vez que usted complete su sentencia, entonces queda libre porque ha pagado la penalidad a través de sus obras. En cierta forma, esto es justificación por las obras. Si la penalidad es la muerte, no hay ninguna cantidad de obras que pueda pagar la penalidad; solamente la muerte satisfaría la ley. Si la penalidad del pecado es la muerte, entonces no existe esperanza de que usted pueda elaborar un camino para justificarse y poder obtener la vida eterna, porque usted jamás podrá resucitarse a sí mismo. La vida solo proviene de Dios.
“Porque por las obras de la Ley – dice Pablo en Romanos 3:20 – ninguno será justificado ante él; porque por la Ley se alcanza el conocimiento del pecado”. Y en el versículo 28 él dice: “Así, concluimos que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley”.
Si somos justificados por la fe de Cristo que vive en nosotros, ¿tenemos entonces libertad para quebrar la ley? No. Eso nos colocaría nuevamente bajo condenación. Las dos únicas alternativas al lidiar con el problema del pecado, son que, o la ley ha sido abolida, lo cual no ha sucedido, o entonces Jesús nos tiene que dar poder para vivir en armonía con la ley de los Diez Mandamientos. Esas son las únicas dos opciones.
Decir que la justificación elimina la ley es decir que la justificación nos da la licencia para desobedecer la ley y aun así tener la vida eterna. Esto fue enseñado durante tanto tiempo y tan a menudo, que mu-chas personas han despreciado la santa ley de Dios. Cientos de miles de cristianos creen que pueden ser justificados despreciando la ley y cualquier cosa que ella prohíba. El resultado se puede ver en la de-pravación moral en las iglesias y en el mundo hoy.
Ser justificado es lo opuesto a ser condenado. Romanos 8:1 dice: “Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús”. El hombre no justificado es aquel que está bajo condenación, mientras que el hombre justificado está libre de ella. El hombre no justificado está “bajo la ley”, o bajo condenación. Escuche Romanos 3:19. “Pero sabemos que todo lo que dice la Ley, lo dice a los que están bajo la Ley, para que toda boca se cierre, y todo el mundo sienta su culpa ante Dios”.
Este versículo nos muestra claramente que “bajo la ley” significa estar bajo culpa o bajo condenación. Cuando el hombre transgrede la ley de Dios, él es culpable y está condenado ante Dios. Si él vive por la ley, no necesita preocuparse con ninguna condenación de la ley. Cuando pecamos y transgredimos la santa ley de Dios, estamos bajo condenación, o en otras palabras, estamos perdidos. Y la única manera de ser liberados de esta culpa y condenación es volverse sinceramente a Cristo en arrepentimiento y re-cibir Su perdón y justificación.
Dios no puede eliminar Su ley para acomodar al pecador. Si así fuese, se le tendría que dar la vida eter-na a Satanás y llevarlo de vuelta al cielo. La ley de Dios es eterna e inmutable. El mismo Dios dijo: “Yo no cambio”. Malaquías 3:6. Algunos progresistas modernos, como les gusta ser llamados a los liberales, quieren cambiar la ley de Dios y acomodar al pecador. Ellos dicen que la ley fue abolida en la cruz. Pero esto es imposible. Si la ley fue abolida, Satanás estaría entonces capacitado para decir que él tenía razón y que la ley de Dios no puede ser guardada. Él podría entonces acusar a Dios de haberlo expulsado erróneamente del cielo, y podría exigir ser restituido a su posición celestial original. Los mundos y los ángeles no caídos sentirían nuevamente simpatía con los argumentos de Satanás contra Dios. Aquellos que enseñan que la ley fue abolida, están realmente haciéndole eco a unas de las mentiras de Satanás, que la ley no puede ser guardada.
Jesús vivió y murió en la tierra guardando la ley. Ni siquiera una vez Él transgredió la ley de Dios. Ni siquiera una vez Él transgredió los santos requerimientos, ni aun bajo las más severas provocaciones. Él cumplió la ley. En otras palabras, Él vivió de ella. No la transgredió. Al así hacerlo Él nos muestra cómo el hombre también puede vivir por aquella misma ley. Así como Él dependió de Dios para obtener poder para vencer las tentaciones de Satanás, así podemos depender nosotros en Él para obtener poder y vencer igualmente.
Abolir la ley de los diez mandamientos sería decir que es una ley injusta en primer lugar, y que jamás debió haber sido hecha. Satanás adoraría eso. Estaría diciendo que él estaba en lo correcto al acusar a Dios de ser un tirano injusto y de crear leyes que eran injustas y que no podían ser guardadas. Sería su manera de diseminar su obra de destrucción por todo el universo. También estaría diciendo que cual-quier hombre que viole la ley no está condenado, porque la ley de los diez mandamientos es injusta, solo para comenzar. Dios sería más bien tonto y malo en colocar en operación una ley que nadie puede guardar, y después hacerlos culpables por violarla. El hombre a menudo hace eso con leyes terrenales, pero no Dios. No, Dios no puede abolir Su propia ley, porque es una transcripción de Su propio carácter. Él es eterno y Él no cambia. Y tampoco comete errores tontos.
De tal manera que el hombre no puede salvarse a sí mismo guardando la ley. Pero al mismo tiempo, la ley aun está vigente. Piense en ello de esta manera. 1 Juan 3:4 dice: “Pecado es transgresión de la ley”, cuya penalidad es la muerte, porque “el salario del pecado es la muerte”. Romanos 6:23. así es que para que un hombre pueda ser verdaderamente justificado por sus propias obras, él tiene que entender que ha pecado y que está bajo la sentencia de muerte. Entonces tiene que morir para pagar la justa penalidad por haber quebrado la ley. Habiendo pagado la penalidad él mismo con su propia muerte, tiene que resucitar de la muerte. Entonces puede estar en pie delante de la ley como un ser no condenado y justi-ficado por sus propias obras. Y Dios tendría que darle entonces la vida eterna.
Tal vez usted pueda ver cuán ridículo e imposible es todo eso. Desde nuestro propio sistema legal aquí en la tierra, podemos entender este problema. Cuando usted quiebra una ley de su país, usted va a pri-sión. El juez lo sentencia a un año, o dos, o sea lo que fuere la penalidad que requiere su crimen. mien-tras usted estás en prisión, usted está bajo la condenación judicial de la ley. Una vez que usted complete su sentencia, entonces queda libre porque ha pagado la penalidad a través de sus obras. En cierta forma, esto es justificación por las obras. Si la penalidad es la muerte, no hay ninguna cantidad de obras que pueda pagar la penalidad; solamente la muerte satisfaría la ley. Si la penalidad del pecado es la muerte, entonces no existe esperanza de que usted pueda elaborar un camino para justificarse y poder obtener la vida eterna, porque usted jamás podrá resucitarse a sí mismo. La vida solo proviene de Dios.
“Porque por las obras de la Ley – dice Pablo en Romanos 3:20 – ninguno será justificado ante él; porque por la Ley se alcanza el conocimiento del pecado”. Y en el versículo 28 él dice: “Así, concluimos que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley”.
Si somos justificados por la fe de Cristo que vive en nosotros, ¿tenemos entonces libertad para quebrar la ley? No. Eso nos colocaría nuevamente bajo condenación. Las dos únicas alternativas al lidiar con el problema del pecado, son que, o la ley ha sido abolida, lo cual no ha sucedido, o entonces Jesús nos tiene que dar poder para vivir en armonía con la ley de los Diez Mandamientos. Esas son las únicas dos opciones.
Decir que la justificación elimina la ley es decir que la justificación nos da la licencia para desobedecer la ley y aun así tener la vida eterna. Esto fue enseñado durante tanto tiempo y tan a menudo, que mu-chas personas han despreciado la santa ley de Dios. Cientos de miles de cristianos creen que pueden ser justificados despreciando la ley y cualquier cosa que ella prohíba. El resultado se puede ver en la de-pravación moral en las iglesias y en el mundo hoy.
Re: Hal Mayer - El Dia del Senor
He aquí una ponderosa declaración del libro El Conflicto de los Siglos:644, la cual muestra las conse-cuencias de la idea que no tenemos que guardar la ley. Usted puede ver claramente que la culpa del de-clinio moral en la sociedad está prioritariamente a los pies de aquellos que promueven la idea que la ley no está más en vigencia. La principal razón por la cual algunos presentan este argumento, es porque ellos no quieren obedecerle a Dios ni guardar el verdadero Sábado de acuerdo con la ley de Dios.
“Y cuando se le presenta al pueblo la obligación de observar el cuarto mandamiento, se ve que ordena reposar en el séptimo día; y como único medio de librarse de un deber que no desean cumplir, muchos de los maestros populares declaran que la ley de Dios no está ya en vigencia. De este modo rechazan al mismo tiempo la ley y el sábado. A medida que adelante la reforma respecto del sábado, esta manera de rechazar la ley divina para evitar la obediencia al cuarto mandamiento se volverá casi universal. Las doctrinas de los caudillos religiosos han abierto la puerta a la incredulidad, al espiritismo y al desprecio de la santa ley de Dios, y sobre ellos descansa una terrible responsabilidad por la iniquidad que existe en el mundo cristiano”.
Así es que son principalmente los líderes religiosos los que han enseñado que no es necesario guardar la ley, o que los Diez Mandamientos fueron abolidos en la cruz, lo cual ha traído los problemas morales que existen hoy en día en nuestro mundo. Pero ahora, muchos de sus sucesores en estas mismas iglesias han cambiado su posición. Aun enseñan que no es necesario guardar el Sábado bíblico, pero ahora están diciendo que los Diez Mandamientos tienen que ser guardados, y que el domingo tiene que ser observado como un día de reposo para poder mejorar las morales de la sociedad. Se lo voy a leer del Conflicto de los Siglos:644.
“Sin embargo, esa misma clase de gente asegura que la corrupción que se va generalizando más y más, debe achacarse en gran parte a la violación del así llamado "día del Señor" (domingo), y que si se hiciese obligatoria la observancia de este día, mejoraría en gran manera la moralidad social. Esto se sostiene especialmente en los Estados Unidos de Norteamérica, donde la doctrina del verdadero día de reposo, o sea el sábado, se ha predicado con más amplitud que en ninguna otra parte”.
¿Por qué tantas personas no quieren guardar el séptimo día Sábado? ¿Por qué hay tantas falsas doctrinas siendo enseñadas acerca de la ley? Escuche esta declaración del libro El Conflicto de los Siglos:614-615. Hablando del espiritismo del fin del tiempo, la autora escribe: “Hasta en su forma actual, lejos de ser más tolerable, el espiritismo es en realidad más peligroso que anteriormente, debido a la mayor sutileza de su engaño. Mientras años atrás atacaba a Cristo y la Biblia, declara ahora que acepta a ambos. Pero su interpretación de la Biblia está calculada para agradar al corazón irregenerado, al paso que anula el efecto de sus verdades solemnes y vitales. Los espiritistas hacen hincapié en el amor como si fuese atributo principal de Dios, pero lo rebajan hasta hacer de él un sentimentalismo enfermizo y hacen poca distinción entre el bien y el mal”.
Ah hah. La razón es que ellos no quieren una genuina renovación del corazón. Ellos quieren vivir de acuerdo con sus tradiciones, y con una religión fácil que no requiera serios sacrificios.
Continuaré leyendo. “La justicia de Dios, su reprobación del pecado, las exigencias de su santa ley, to-do eso lo pierden de vista. Enseñan al pueblo a que mire el Decálogo como si fuera letra muerta. Fábulas agradables y encantadoras cautivan los sentidos e inducen a los hombres a que rechacen la Biblia como fundamento de su fe. Se niega a Cristo tan descaradamente como antes; pero Satanás ha cegado tanto al pueblo que no discierne el engaño”.
Así es que en realidad, es una forma de espiritismo la que enseña que la ley de Dios no está más en vi-gencia. Y eso lleva al rechazo de las Escrituras, por lo menos en la práctica, si no es a través de una de-cisión conciente. Cuando un así llamado “amor” demacrado es enseñado en lugar del verdadero con-cepto, las iglesias son llevadas a la corrupción moral. En el nombre del “amor” todo tipo de pecado y de falsas doctrinas son toleradas.
Roma ha surgido con su propia solución. Ella enseña que si usted peca, todo lo que usted necesita hacer es ir a confesarse, dar una pequeña cantidad de dinero, hacer una pequeña penitencia, y todo estará bien. Usted no necesita abandonar sus pecados. Inmensas cantidades de personas piensan que estas obras los justificarán. Muchos Evangélicos y muchos Protestantes piensan que usted no tiene que hacer nada, excepto aceptar a Jesús como su Salvador. Usted ni siquiera tiene que abandonar sus pecados, porque eso sería una forma de legalismo. Amigos, Satanás no se importa en qué zanja usted ha caído. Él quiere apenas que usted continúe revolcándose en sus pecados. Mientras usted haga eso, usted le pertenece a él. Y además, él le permitirá creer lo que usted quiera, aun si eso es inconsistente, con tal que no guarde el santo séptimo día Sábado del Señor.
Ninguna persona razonable diría que la ley de los diez mandamientos que dice “no robarás” no es más válida. Las leyes humanas contra el robo son un reflejo de la ley divina y son inherentemente buenas, protegiendo a la sociedad y ayudando a mantenerla segura. Así también con el mandamiento que dice “no codiciarás”. De hecho, Pablo cita este mandamiento en Romanos 7:7. “Al contrario, yo no hubiera conocido el pecado sino por medio de la Ley. Porque tampoco hubiera conocido la concupiscencia, si la Ley no dijera: ‘No codiciarás’”. ¿Estaba Pablo siendo legalista cuando dijo eso? ¿Y qué entendemos cuando dijo en Efesios 6:2-3, “Honra a tu padre y a tu madre —que es el primer Mandamiento con promesa— para que te vaya bien, y vivas largo tiempo sobre la tierra”? ¿Estaba Pablo enseñando que usted puede ser salvo por sus obras al guardar estos mandamientos? Desde luego que no. El mismo ar-gumento contra la guarda del Sábado puede también aplicarse contra los otros nueve mandamientos. Si guardar el Sábado es legalismo, también es legalismo no robar ni cometer adulterio. Pablo está diciendo que la ley aun está vigente y que Jesús le dará a usted poder para vivir por ella así como Él lo hizo.
Pablo fue el gran campeón de la justificación por la fe. Tenemos que entender todo lo que Pablo y los demás apóstoles dicen acerca de este tópico, y no solamente aquello que nos agrada.
He aquí una de las más finas declaraciones que yo he escuchado sobre este tópico acerca de la justicia de Cristo. Se encuentra en El Deseado de Todas las Gentes:16-17. Dice así: “Cristo fue tratado como nosotros merecemos a fin de que nosotros pudiésemos ser tratados como él merece. Fue condenado por nuestros pecados, en los que no había participado, a fin de que nosotros pudiésemos ser justificados por su justicia, en la cual no habíamos participado. El sufrió la muerte nuestra, a fin de que pudiésemos re-cibir la vida suya. ‘Por su llaga fuimos nosotros curados’”.
¡Qué maravillosa declaración! Nuestra transgresión de la ley es perdonada por Su sustitución por noso-tros. No ganamos nada a través de nuestras propias obras. Somos justificados por Su fe implantada en nosotros. En los días de Jesús, los líderes religiosos enseñaban que guardando la ley podían ser salvos. Hoy, se está enseñando lo opuesto. Usted no necesita guardar la ley, todo lo que usted necesita es la gracia, o en el caso de los Católicos Romanos, todo lo que usted necesita es la confesión, la penitencian y la misa.
“Y cuando se le presenta al pueblo la obligación de observar el cuarto mandamiento, se ve que ordena reposar en el séptimo día; y como único medio de librarse de un deber que no desean cumplir, muchos de los maestros populares declaran que la ley de Dios no está ya en vigencia. De este modo rechazan al mismo tiempo la ley y el sábado. A medida que adelante la reforma respecto del sábado, esta manera de rechazar la ley divina para evitar la obediencia al cuarto mandamiento se volverá casi universal. Las doctrinas de los caudillos religiosos han abierto la puerta a la incredulidad, al espiritismo y al desprecio de la santa ley de Dios, y sobre ellos descansa una terrible responsabilidad por la iniquidad que existe en el mundo cristiano”.
Así es que son principalmente los líderes religiosos los que han enseñado que no es necesario guardar la ley, o que los Diez Mandamientos fueron abolidos en la cruz, lo cual ha traído los problemas morales que existen hoy en día en nuestro mundo. Pero ahora, muchos de sus sucesores en estas mismas iglesias han cambiado su posición. Aun enseñan que no es necesario guardar el Sábado bíblico, pero ahora están diciendo que los Diez Mandamientos tienen que ser guardados, y que el domingo tiene que ser observado como un día de reposo para poder mejorar las morales de la sociedad. Se lo voy a leer del Conflicto de los Siglos:644.
“Sin embargo, esa misma clase de gente asegura que la corrupción que se va generalizando más y más, debe achacarse en gran parte a la violación del así llamado "día del Señor" (domingo), y que si se hiciese obligatoria la observancia de este día, mejoraría en gran manera la moralidad social. Esto se sostiene especialmente en los Estados Unidos de Norteamérica, donde la doctrina del verdadero día de reposo, o sea el sábado, se ha predicado con más amplitud que en ninguna otra parte”.
¿Por qué tantas personas no quieren guardar el séptimo día Sábado? ¿Por qué hay tantas falsas doctrinas siendo enseñadas acerca de la ley? Escuche esta declaración del libro El Conflicto de los Siglos:614-615. Hablando del espiritismo del fin del tiempo, la autora escribe: “Hasta en su forma actual, lejos de ser más tolerable, el espiritismo es en realidad más peligroso que anteriormente, debido a la mayor sutileza de su engaño. Mientras años atrás atacaba a Cristo y la Biblia, declara ahora que acepta a ambos. Pero su interpretación de la Biblia está calculada para agradar al corazón irregenerado, al paso que anula el efecto de sus verdades solemnes y vitales. Los espiritistas hacen hincapié en el amor como si fuese atributo principal de Dios, pero lo rebajan hasta hacer de él un sentimentalismo enfermizo y hacen poca distinción entre el bien y el mal”.
Ah hah. La razón es que ellos no quieren una genuina renovación del corazón. Ellos quieren vivir de acuerdo con sus tradiciones, y con una religión fácil que no requiera serios sacrificios.
Continuaré leyendo. “La justicia de Dios, su reprobación del pecado, las exigencias de su santa ley, to-do eso lo pierden de vista. Enseñan al pueblo a que mire el Decálogo como si fuera letra muerta. Fábulas agradables y encantadoras cautivan los sentidos e inducen a los hombres a que rechacen la Biblia como fundamento de su fe. Se niega a Cristo tan descaradamente como antes; pero Satanás ha cegado tanto al pueblo que no discierne el engaño”.
Así es que en realidad, es una forma de espiritismo la que enseña que la ley de Dios no está más en vi-gencia. Y eso lleva al rechazo de las Escrituras, por lo menos en la práctica, si no es a través de una de-cisión conciente. Cuando un así llamado “amor” demacrado es enseñado en lugar del verdadero con-cepto, las iglesias son llevadas a la corrupción moral. En el nombre del “amor” todo tipo de pecado y de falsas doctrinas son toleradas.
Roma ha surgido con su propia solución. Ella enseña que si usted peca, todo lo que usted necesita hacer es ir a confesarse, dar una pequeña cantidad de dinero, hacer una pequeña penitencia, y todo estará bien. Usted no necesita abandonar sus pecados. Inmensas cantidades de personas piensan que estas obras los justificarán. Muchos Evangélicos y muchos Protestantes piensan que usted no tiene que hacer nada, excepto aceptar a Jesús como su Salvador. Usted ni siquiera tiene que abandonar sus pecados, porque eso sería una forma de legalismo. Amigos, Satanás no se importa en qué zanja usted ha caído. Él quiere apenas que usted continúe revolcándose en sus pecados. Mientras usted haga eso, usted le pertenece a él. Y además, él le permitirá creer lo que usted quiera, aun si eso es inconsistente, con tal que no guarde el santo séptimo día Sábado del Señor.
Ninguna persona razonable diría que la ley de los diez mandamientos que dice “no robarás” no es más válida. Las leyes humanas contra el robo son un reflejo de la ley divina y son inherentemente buenas, protegiendo a la sociedad y ayudando a mantenerla segura. Así también con el mandamiento que dice “no codiciarás”. De hecho, Pablo cita este mandamiento en Romanos 7:7. “Al contrario, yo no hubiera conocido el pecado sino por medio de la Ley. Porque tampoco hubiera conocido la concupiscencia, si la Ley no dijera: ‘No codiciarás’”. ¿Estaba Pablo siendo legalista cuando dijo eso? ¿Y qué entendemos cuando dijo en Efesios 6:2-3, “Honra a tu padre y a tu madre —que es el primer Mandamiento con promesa— para que te vaya bien, y vivas largo tiempo sobre la tierra”? ¿Estaba Pablo enseñando que usted puede ser salvo por sus obras al guardar estos mandamientos? Desde luego que no. El mismo ar-gumento contra la guarda del Sábado puede también aplicarse contra los otros nueve mandamientos. Si guardar el Sábado es legalismo, también es legalismo no robar ni cometer adulterio. Pablo está diciendo que la ley aun está vigente y que Jesús le dará a usted poder para vivir por ella así como Él lo hizo.
Pablo fue el gran campeón de la justificación por la fe. Tenemos que entender todo lo que Pablo y los demás apóstoles dicen acerca de este tópico, y no solamente aquello que nos agrada.
He aquí una de las más finas declaraciones que yo he escuchado sobre este tópico acerca de la justicia de Cristo. Se encuentra en El Deseado de Todas las Gentes:16-17. Dice así: “Cristo fue tratado como nosotros merecemos a fin de que nosotros pudiésemos ser tratados como él merece. Fue condenado por nuestros pecados, en los que no había participado, a fin de que nosotros pudiésemos ser justificados por su justicia, en la cual no habíamos participado. El sufrió la muerte nuestra, a fin de que pudiésemos re-cibir la vida suya. ‘Por su llaga fuimos nosotros curados’”.
¡Qué maravillosa declaración! Nuestra transgresión de la ley es perdonada por Su sustitución por noso-tros. No ganamos nada a través de nuestras propias obras. Somos justificados por Su fe implantada en nosotros. En los días de Jesús, los líderes religiosos enseñaban que guardando la ley podían ser salvos. Hoy, se está enseñando lo opuesto. Usted no necesita guardar la ley, todo lo que usted necesita es la gracia, o en el caso de los Católicos Romanos, todo lo que usted necesita es la confesión, la penitencian y la misa.
Re: Hal Mayer - El Dia del Senor
Escuche esta importante declaración de Señales de los Tiempos, del 31 de Julio de 1901. la autora dice: “El corazón natural se rebela contra los requerimientos de la ley de Dios. Fue contra la ley que Satanás peleó en el cielo, y aquellos que son controlados por él odiarán sus principios. Pero recuerden que cuando reprochan la ley, lo reprochan a Él, con quien la ley se originó. Aquel que tropieza en la ley de Dios diciendo que Cristo le ha perdonado sus pecados, no sabe de lo que está hablando. Juan declara que el pecado es transgresión de la ley. Si no hubiese ley, no habría pecado. Aquellos que dicen amar a Cristo, mientras que al mismo tiempo rehúsan obedecerle, son como fuentes que dan agua impura. Pro-fesando seguir a Cristo, hacen la obra del adversario. Su fe está muerta; porque no está apoyada por las buenas obras. No pueden más ser salvos por su fe como tampoco lo pueden ser los ángeles caídos, los cuales creen y tiemblan, por su fe”.
El hecho es que tanto la ley como la gracia juegan un importante papel en el plan de redención. La ley apunta nuestro pecado y la gracia nos salva de pecar. La ley apunta los principios del reino de Dios a través de los cuales tienen que vivir todos los que quieran tener la vida eterna. La gracia es el poder operativo en vuestra vida y en la mía, para vivir en el carácter y en la ley de Dios nuestras propias vidas. Tanto la ley como la gracia tienen que ser entendidas en sus propios contextos. Cada una posee su lugar. Ambas son operativas y siempre lo serán. Esta es la razón por la cual el apóstol Santiago dice en el capítulo 2 versículo 18: “Pero alguno dirá: ‘Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras’". Entonces en el versículo 20 él dice: “¿Quieres saber, oh hombre vano, que la fe sin obras es muerta?”.
En otras palabras, usted no puede tener una fe viva si no está guardando la ley de Dios. Cuando usted tiene una fe viva, entonces también es un guardador de los mandamientos, porque ese es el resultado cuando Jesús habita en su corazón. Usted Lo ama tanto por haberle perdonado sus pecados, y por haberlo limpiado de ellos, que usted quiere servirle y hacer todo lo que Él le diga.
Por lo tanto no es legalismo guardar la ley de los diez mandamientos. Es, de hecho, justicia. Es porque Jesús habita en su corazón, y usted tiene Su fe, que usted puede ser justo. Guardar la ley es en realidad el resultado práctico de tener fe en Cristo. No puede ser legalismo. Legalismo es la idea que usted pue-de obtener la salvación guardando la ley. Eso es algo bien diferente de guardar la ley por la fe.
Además, la gracia no es apenas una función externa que sucede en algún lugar lejano y que le da a usted la vida eterna. La gracia realmente entra en vuestro corazón y lo transforma desde el interior hacia el exterior y lo limpia y renueva su amor por Jesús. Entonces usted quiere hacer lo que Él hace. Jesús guarda la ley, y hace con que usted también guarde la ley en su vida. Eso no es legalismo.
Y esto es lo que Antiguo Testamento nos ha estado tratando de decir durante todo el tiempo. Las Escri-turas nos muestran que Abel guardó la ley de Dios por la fe. Enoc guardó la ley por la fe. Noé guardó la ley por la fe. Abraham, el padre de los fieles, guardó la ley por la fe. Por la fe Isaac, Jacob, José, Moisés, y aun hasta la prostituta Rahab y una hueste de otras personas, guardaron la ley y fueron héroes por la fe. Esto es exactamente lo que Hebreos 11 nos está diciendo acerca de estos personajes del Antiguo Testamento. Dios no podría haberlos usado tal como lo hizo, si no hubiesen tenido la justicia de Cristo transformando sus corazones, y dándoles poder para guardar Su ley.
Así que hoy en día, usted no puede tener fe genuina a menos que lo lleve a poseer un entendimiento de que la ley de los diez mandamientos aun está vigente y que Jesús le dará poder y fortaleza para guar-darla, aun cuando el diablo lo tiente fuertemente.
Dwight L. Moody lo expresó de esta manera en su libro “Pesado y Hallado Falto” en la página 15. “Los mandamientos de Dios dados a Moisés en el monte Horeb están tan vigentes hoy en día como en los días cuando fueron proclamados a los oídos del pueblo”.
Él también escribió en la página siguiente: “Las personas tienen que entender que los Diez Manda-mientos aun están vigentes, y que existe una penalidad por su violación”.
Pero probablemente Moody no estaba pensando en el séptimo día Sábado cuando escribió eso. Moody era un guardador del domingo. Moody probablemente pensó que él estaba obedeciendo la ley guardan-do el domingo. Y por lo tanto no fue acusado de ser un legalista. Tal vez no entendió el significado de lo que escribió (y que ciertamente predicó). En su ignorancia o ceguera guardó el día errado y transgre-dió la ley.
Aquellos que enseñan lo mismo, pero que también muestran que la ley concerniente al séptimo día Sábado aun está vigente, no poseen el mismo lujo. A menudo son mal representados como siendo lega-listas o fanáticos. Y son presentados todo tipo de argumentos que no poseen ninguna base en las Escri-turas, o que no se aplican al asunto de la santidad del domingo o de la adoración en domingo. A menu-do aquellos que no pueden usar las Escrituras para refutar estos argumentos, recurren a descalificaciones y a abusos verbales.
Algunos ministros que abogan por la eterna e inmutable naturaleza de los Diez Mandamientos, cuando llegan al cuarto mandamiento, dicen que esa parte fue clavada en la cruz… Muchos predicadores famo-sos han tropezado en este punto. Por un lado ellos dicen que los Diez Mandamientos eran principios morales inmutables, pero por otro lado ellos dicen que el cuarto mandamiento, o por lo menos el séptimo día que hace parte del cuarto mandamiento, fue clavado en la cruz o no está más vigente. Ellos sugieren que el “principio moral” es guardar un día de cada siete. Pero eso no es lo que dice el cuarto mandamiento. El mandamiento del Sábado es muy preciso y específico. “El séptimo día es el Sábado del Señor tu Dios…”. Éxodo 20:10.
El hecho es que tanto la ley como la gracia juegan un importante papel en el plan de redención. La ley apunta nuestro pecado y la gracia nos salva de pecar. La ley apunta los principios del reino de Dios a través de los cuales tienen que vivir todos los que quieran tener la vida eterna. La gracia es el poder operativo en vuestra vida y en la mía, para vivir en el carácter y en la ley de Dios nuestras propias vidas. Tanto la ley como la gracia tienen que ser entendidas en sus propios contextos. Cada una posee su lugar. Ambas son operativas y siempre lo serán. Esta es la razón por la cual el apóstol Santiago dice en el capítulo 2 versículo 18: “Pero alguno dirá: ‘Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras’". Entonces en el versículo 20 él dice: “¿Quieres saber, oh hombre vano, que la fe sin obras es muerta?”.
En otras palabras, usted no puede tener una fe viva si no está guardando la ley de Dios. Cuando usted tiene una fe viva, entonces también es un guardador de los mandamientos, porque ese es el resultado cuando Jesús habita en su corazón. Usted Lo ama tanto por haberle perdonado sus pecados, y por haberlo limpiado de ellos, que usted quiere servirle y hacer todo lo que Él le diga.
Por lo tanto no es legalismo guardar la ley de los diez mandamientos. Es, de hecho, justicia. Es porque Jesús habita en su corazón, y usted tiene Su fe, que usted puede ser justo. Guardar la ley es en realidad el resultado práctico de tener fe en Cristo. No puede ser legalismo. Legalismo es la idea que usted pue-de obtener la salvación guardando la ley. Eso es algo bien diferente de guardar la ley por la fe.
Además, la gracia no es apenas una función externa que sucede en algún lugar lejano y que le da a usted la vida eterna. La gracia realmente entra en vuestro corazón y lo transforma desde el interior hacia el exterior y lo limpia y renueva su amor por Jesús. Entonces usted quiere hacer lo que Él hace. Jesús guarda la ley, y hace con que usted también guarde la ley en su vida. Eso no es legalismo.
Y esto es lo que Antiguo Testamento nos ha estado tratando de decir durante todo el tiempo. Las Escri-turas nos muestran que Abel guardó la ley de Dios por la fe. Enoc guardó la ley por la fe. Noé guardó la ley por la fe. Abraham, el padre de los fieles, guardó la ley por la fe. Por la fe Isaac, Jacob, José, Moisés, y aun hasta la prostituta Rahab y una hueste de otras personas, guardaron la ley y fueron héroes por la fe. Esto es exactamente lo que Hebreos 11 nos está diciendo acerca de estos personajes del Antiguo Testamento. Dios no podría haberlos usado tal como lo hizo, si no hubiesen tenido la justicia de Cristo transformando sus corazones, y dándoles poder para guardar Su ley.
Así que hoy en día, usted no puede tener fe genuina a menos que lo lleve a poseer un entendimiento de que la ley de los diez mandamientos aun está vigente y que Jesús le dará poder y fortaleza para guar-darla, aun cuando el diablo lo tiente fuertemente.
Dwight L. Moody lo expresó de esta manera en su libro “Pesado y Hallado Falto” en la página 15. “Los mandamientos de Dios dados a Moisés en el monte Horeb están tan vigentes hoy en día como en los días cuando fueron proclamados a los oídos del pueblo”.
Él también escribió en la página siguiente: “Las personas tienen que entender que los Diez Manda-mientos aun están vigentes, y que existe una penalidad por su violación”.
Pero probablemente Moody no estaba pensando en el séptimo día Sábado cuando escribió eso. Moody era un guardador del domingo. Moody probablemente pensó que él estaba obedeciendo la ley guardan-do el domingo. Y por lo tanto no fue acusado de ser un legalista. Tal vez no entendió el significado de lo que escribió (y que ciertamente predicó). En su ignorancia o ceguera guardó el día errado y transgre-dió la ley.
Aquellos que enseñan lo mismo, pero que también muestran que la ley concerniente al séptimo día Sábado aun está vigente, no poseen el mismo lujo. A menudo son mal representados como siendo lega-listas o fanáticos. Y son presentados todo tipo de argumentos que no poseen ninguna base en las Escri-turas, o que no se aplican al asunto de la santidad del domingo o de la adoración en domingo. A menu-do aquellos que no pueden usar las Escrituras para refutar estos argumentos, recurren a descalificaciones y a abusos verbales.
Algunos ministros que abogan por la eterna e inmutable naturaleza de los Diez Mandamientos, cuando llegan al cuarto mandamiento, dicen que esa parte fue clavada en la cruz… Muchos predicadores famo-sos han tropezado en este punto. Por un lado ellos dicen que los Diez Mandamientos eran principios morales inmutables, pero por otro lado ellos dicen que el cuarto mandamiento, o por lo menos el séptimo día que hace parte del cuarto mandamiento, fue clavado en la cruz o no está más vigente. Ellos sugieren que el “principio moral” es guardar un día de cada siete. Pero eso no es lo que dice el cuarto mandamiento. El mandamiento del Sábado es muy preciso y específico. “El séptimo día es el Sábado del Señor tu Dios…”. Éxodo 20:10.
Re: Hal Mayer - El Dia del Senor
He aquí otra declaración muy clara y poderosa de Señales de los Tiempos, del 19 de Mayo de 1890.
“Hoy en día se pronuncian desde los púlpitos las siguientes palabras: ‘Crean, tan sólo crean. Tengan fe en Cristo; no tienen nada que hacer con la antigua ley; tan sólo confíen en Cristo’. ¡Cuán diferentes son estas palabras de las del apóstol que declara que la fe sin obras es muerta. Él dice: ‘Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos’ (Sant. 1:22). Debemos po-seer la fe que obra por amor y purifica el alma. Muchos procuran sustituir una fe superficial con una vida recta y piensan que por medio de esto obtendrán la salvación.
El Señor requiere en la actualidad exactamente lo que requirió de Adán en el Edén: la perfecta obe-diencia a la ley de Dios. Debemos poseer una rectitud sin ningún defecto, sin tacha alguna. Dios dio a su Hijo para que muriera por el mundo, pero Él no murió para abrogar la ley que era santa y justa y buena. El sacrificio de Cristo en el Calvario es un argumento incontestable que muestra la inmutabilidad de la ley. Su penalidad fue sufrida por el Hijo de Dios en favor del hombre culpable, para que mediante los méritos de Aquel, el pecador pudiera por la fe en su nombre obtener la virtud de su carácter inmaculado.
Se le dio al pecador una segunda oportunidad de guardar la ley de Dios mediante la fortaleza de su di-vino Redentor. La cruz del Calvario condena para siempre la idea que Satanás ha colocado delante del mundo cristiano -que la muerte de Cristo abolió no solamente el sistema típico de sacrificios y ceremo-nias sino también la inmutable ley de Dios, el fundamento de su trono, la transcripción de su carácter.
Por medio de todos los artificios posibles Satanás ha procurado invalidar la eficacia del sacrificio del Hijo de Dios, hacer que su expiación sea inútil y su misión un fracaso. Ha sostenido que la muerte de Cristo hizo innecesaria la obediencia a la ley y permitió que el pecador obtuviera, sin abandonar el pe-cado, el favor de un Dios santo. Ha declarado que la norma del Antiguo Testamento fue rebajada en el Evangelio y que los hombres pueden acudir a Cristo, no para ser salvados de sus pecados sino en sus pecados.
Pero cuando Juan vio a Jesús, anunció su misión diciendo: ‘He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo’ (Juan 1:29). Para toda alma arrepentida, el mensaje es: ‘Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana’ (Isa. 1:18)”. Fe y Obras:92-94.
No mucho antes que muriera, un predicador evangélico muy famoso, el Dr. D. James Kennedy, el pas-tor del Ministerio Coral Ridge, en Coral Ridge, FL, que tenía miles y miles de seguidores, publicó un nuevo libro titulado “El Por Qué del Asunto de los Diez Mandamientos”. En ese libro, él dice clara-mente que los Diez Mandamientos aun están vigentes hoy en día. Él aun argumenta hábilmente que el Sábado todavía tiene que ser guardado en nuestros tiempos modernos. Uno de los puntos clave que él sostiene, es que la moralidad de una nación depende de que guarde el Sábado. Se lo voy a leer: “Ha es-cuchado usted alguna vez el antiguo dicho”, escribe él, “‘¿Así como va el Sábado así va la nación’? Es verdad. Cuando el Sábado es profanado, la nación se hunde cada vez más en el lodazal del pecado. Y eso tiene un profundo impacto negativo sobre cualquier país. Si estamos buscando otra razón práctica para guardar el santo Sábado, aquí, ciertamente, hay una urgente.
“Los cristianos tienen que entender que la guarda del Sábado realmente crea un clima más moral en nuestra cultura. Promueve una conciencia de que Dios y Sus caminos y Sus leyes son importantes para todos nosotros. Sin una moral pública, nuestras leyes seculares tienen poco significado; el resultado es que aumenta la ingobiernalidad, y nuestra nación se hunde en el crimen, en el miedo, en el desorden y en la injusticia”.
En nuestro último sermón de esta serie, descubrimos que ni Jesús ni los apóstoles imaginaron siquiera que fuese a haber un cambio en el Sábado. La conclusión entonces es que el hombre, a través de su propia autoridad, cambió el Sábado. Si un hombre puede cambiar el Sábado por su propia voluntad, se hace a sí mismo un dios, o igual a dios, pensando en “cambiar los tiempos y la ley”. Esta blasfemia es el mismo espírita que tuvo Lucifer en el cielo cuando dijo: “Seré semejante al Altísimo”. Isaías 14:14. Este es realmente el espírita del anti-Cristo.
Esto nos conduce al significado profético del Sábado. Usted recordará que la última gran batalla en la tierra, tal como es revelada en Apocalipsis 13, es acerca de la adoración. El asunto más cuestionado de adoración en toda la historia, es el séptimo día Sábado. No es el mismo Sábado, sino que el séptimo día. aun la Iglesia Católica Romana sabe que el Sábado es muy importante para el hombre, pero en vez de levantar las Escrituras y el mandamiento de Dios, ellos lo sustituyen por el primer día de la semana, por el domingo. Otras iglesias que guardan el domingo como día de descanso, están apenas haciéndole eco a los dichos de Roma, y de hecho, están reconociendo la autoridad de Roma, por lo menos tácitamente.
El séptimo día Sábado aun está en el centro de la lucha, y lo estará hasta el fin del tiempo. Satanás siempre ha tratado de engañar al hombre de manera que piense que el raciocinio humano, o la tradición humana, es una alternativa aceptable para la palabra de Dios y para Sus instrucciones directas.
En los últimos días, el conflicto final es sobre la adoración a Dios, versus la adoración de un falso dios, o Satanás. El asunto central es sobre la observancia del Sábado. La mayoría del mundo religioso obe-decerá el domingo. Solamente unos pocos permanecerán leales a Jesús y a Su Sábado.
¿Cómo sabemos eso? La Biblia nos lo dice. Apocalipsis 13 nos dice que la bestia y la imagen de la bes-tia exigen que todos adoren a la bestia y a su imagen. Todo lo que usted tiene que hacer es prestar aten-ción a lo que está sucediendo a nuestro alrededor en el mundo. Por ejemplo, el Papa está continuamente llamando para que haya una adoración en domingo. D. James Kennedy y otros predicadores evangéli-cos apoyan la adoración en domingo, y se oponen fuertemente a aquellos que enseñan el Sábado bíblico. Esto es muy obvio. Pero muchas personas no lo ven, porque no están concientes de la profecía bíblica, ni tampoco están concientes de la verdadera agenda que existe por detrás de las escenas.
En contraste, Jesús está buscando hombres y mujeres que le sean leales, no importa lo que pase. Él está buscando una generación de personas que levanten la bandera del Príncipe Emanuel, guardando Su santo Sábado. Él está buscando personas que lo amen tanto, y tan profundamente, que prefieran morir antes que transgredir uno de Sus mandamientos. Guardar verdaderamente el Sábado, y en la justicia de Cristo, es el testimonio más maduro de lo que hace la gracia de Cristo en vuestra vida. Debido a que es tan diferente de lo que la mayoría de las personas del mundo piensan, se convierte en la marca singular identificatoria del verdadero remanente del pueblo de Dios. Debido a su lealtad, Jesús puede sellar a sus guardadores del Sábado en sus frentes, y permite que pasen por las pruebas más severas para sus caracteres. Pueden ser falsamente acusados de ser legalistas y pueden ser perseguidos por sus familiares, amigos, compañeros de trabajo, por el gobierno, o aun por personas que no conocen. Pero brillarán como el sol.
Estamos viviendo en los últimos días. Nos estamos acercando al tiempo cuando todas estas cosas suce-derán. Amigos, ¿no debiéramos ir a Cristo ahora, arrepentirnos de nuestros pecados, y buscar perdón por nuestra transgresión de Su ley? ¿No debiéramos sacar ventaja del verdadero principio de la gracia que Él nos ofrece? ¿No debiéramos comenzar ahora a guardar todos Sus mandamientos, incluyendo el séptimo día Sábado?
si usted ha sido un guardador del Sábado, tal vez se ha vuelto lento en su experiencia con Cristo, y co-mo resultado usted se ha vuelto lento para guardar Sus maravillosos Diez Mandamientos. Tal vez usted ha comenzado a sentir que el Sábado ya no es tan importante para usted. Este es el tiempo para volverse a Jesús y pedirle que vuelva a su vida y que le dé Su gracia para guardar Su ley.
Si usted no ha sido un guardador del Sábado, ¿no es tiempo para que usted dé el próximo paso en su fe relacional con Cristo y le abra la puerta de su corazón a Su entera voluntad en su vida? Jesús está bus-cando hombres y mujeres que se entregarán sin reserves a Su madura voluntad en sus vidas en estos últimos días. Espero que usted pueda ver esta oportunidad y que pueda dar los pasos necesarios para guardar Su ley y ser como Él.
Oremos. Nuestro Padre celestial, a través de la fe en Cristo nos encomendamos a Ti. Tu amor por noso-tros es fuerte y profundo. Necesitamos grandemente Tu gracia, toda ella. No apenas una parte de ella. Necesitamos Tu gracia para que nos perdones nuestros pecados, y para que nos limpies de toda injusti-cia. Pero también necesitamos Tu gracia para que nos des poder para que podamos vivir como Jesús, en armonía con el Cielo. Gracias por revelarnos cómo opera Tu salvación. Gracias por mostrarnos que la verdadera guarda del Sábado no es legalismo. Estamos tristes por nuestra falta de amor para con Jesús, la cual nos ha llevado a transgredir Tu Sábado. No merecemos Tu perdón, pero es precisamente ese hecho el que habla más elocuentemente a nuestro favor. Gracias por amarnos y por redimirnos. Mués-tranos lo que necesitamos saber acerca de Tu santo día Sábado. Que podamos encontrar paz y felicidad en vivir para Jesús en cada camino, hasta que Él venga en las nubes de gloria. Que guardemos Su fe y que atesoremos la totalidad de Su gracia. Oro en el nombre de Jesús, Amén.
“Hoy en día se pronuncian desde los púlpitos las siguientes palabras: ‘Crean, tan sólo crean. Tengan fe en Cristo; no tienen nada que hacer con la antigua ley; tan sólo confíen en Cristo’. ¡Cuán diferentes son estas palabras de las del apóstol que declara que la fe sin obras es muerta. Él dice: ‘Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos’ (Sant. 1:22). Debemos po-seer la fe que obra por amor y purifica el alma. Muchos procuran sustituir una fe superficial con una vida recta y piensan que por medio de esto obtendrán la salvación.
El Señor requiere en la actualidad exactamente lo que requirió de Adán en el Edén: la perfecta obe-diencia a la ley de Dios. Debemos poseer una rectitud sin ningún defecto, sin tacha alguna. Dios dio a su Hijo para que muriera por el mundo, pero Él no murió para abrogar la ley que era santa y justa y buena. El sacrificio de Cristo en el Calvario es un argumento incontestable que muestra la inmutabilidad de la ley. Su penalidad fue sufrida por el Hijo de Dios en favor del hombre culpable, para que mediante los méritos de Aquel, el pecador pudiera por la fe en su nombre obtener la virtud de su carácter inmaculado.
Se le dio al pecador una segunda oportunidad de guardar la ley de Dios mediante la fortaleza de su di-vino Redentor. La cruz del Calvario condena para siempre la idea que Satanás ha colocado delante del mundo cristiano -que la muerte de Cristo abolió no solamente el sistema típico de sacrificios y ceremo-nias sino también la inmutable ley de Dios, el fundamento de su trono, la transcripción de su carácter.
Por medio de todos los artificios posibles Satanás ha procurado invalidar la eficacia del sacrificio del Hijo de Dios, hacer que su expiación sea inútil y su misión un fracaso. Ha sostenido que la muerte de Cristo hizo innecesaria la obediencia a la ley y permitió que el pecador obtuviera, sin abandonar el pe-cado, el favor de un Dios santo. Ha declarado que la norma del Antiguo Testamento fue rebajada en el Evangelio y que los hombres pueden acudir a Cristo, no para ser salvados de sus pecados sino en sus pecados.
Pero cuando Juan vio a Jesús, anunció su misión diciendo: ‘He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo’ (Juan 1:29). Para toda alma arrepentida, el mensaje es: ‘Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana’ (Isa. 1:18)”. Fe y Obras:92-94.
No mucho antes que muriera, un predicador evangélico muy famoso, el Dr. D. James Kennedy, el pas-tor del Ministerio Coral Ridge, en Coral Ridge, FL, que tenía miles y miles de seguidores, publicó un nuevo libro titulado “El Por Qué del Asunto de los Diez Mandamientos”. En ese libro, él dice clara-mente que los Diez Mandamientos aun están vigentes hoy en día. Él aun argumenta hábilmente que el Sábado todavía tiene que ser guardado en nuestros tiempos modernos. Uno de los puntos clave que él sostiene, es que la moralidad de una nación depende de que guarde el Sábado. Se lo voy a leer: “Ha es-cuchado usted alguna vez el antiguo dicho”, escribe él, “‘¿Así como va el Sábado así va la nación’? Es verdad. Cuando el Sábado es profanado, la nación se hunde cada vez más en el lodazal del pecado. Y eso tiene un profundo impacto negativo sobre cualquier país. Si estamos buscando otra razón práctica para guardar el santo Sábado, aquí, ciertamente, hay una urgente.
“Los cristianos tienen que entender que la guarda del Sábado realmente crea un clima más moral en nuestra cultura. Promueve una conciencia de que Dios y Sus caminos y Sus leyes son importantes para todos nosotros. Sin una moral pública, nuestras leyes seculares tienen poco significado; el resultado es que aumenta la ingobiernalidad, y nuestra nación se hunde en el crimen, en el miedo, en el desorden y en la injusticia”.
En nuestro último sermón de esta serie, descubrimos que ni Jesús ni los apóstoles imaginaron siquiera que fuese a haber un cambio en el Sábado. La conclusión entonces es que el hombre, a través de su propia autoridad, cambió el Sábado. Si un hombre puede cambiar el Sábado por su propia voluntad, se hace a sí mismo un dios, o igual a dios, pensando en “cambiar los tiempos y la ley”. Esta blasfemia es el mismo espírita que tuvo Lucifer en el cielo cuando dijo: “Seré semejante al Altísimo”. Isaías 14:14. Este es realmente el espírita del anti-Cristo.
Esto nos conduce al significado profético del Sábado. Usted recordará que la última gran batalla en la tierra, tal como es revelada en Apocalipsis 13, es acerca de la adoración. El asunto más cuestionado de adoración en toda la historia, es el séptimo día Sábado. No es el mismo Sábado, sino que el séptimo día. aun la Iglesia Católica Romana sabe que el Sábado es muy importante para el hombre, pero en vez de levantar las Escrituras y el mandamiento de Dios, ellos lo sustituyen por el primer día de la semana, por el domingo. Otras iglesias que guardan el domingo como día de descanso, están apenas haciéndole eco a los dichos de Roma, y de hecho, están reconociendo la autoridad de Roma, por lo menos tácitamente.
El séptimo día Sábado aun está en el centro de la lucha, y lo estará hasta el fin del tiempo. Satanás siempre ha tratado de engañar al hombre de manera que piense que el raciocinio humano, o la tradición humana, es una alternativa aceptable para la palabra de Dios y para Sus instrucciones directas.
En los últimos días, el conflicto final es sobre la adoración a Dios, versus la adoración de un falso dios, o Satanás. El asunto central es sobre la observancia del Sábado. La mayoría del mundo religioso obe-decerá el domingo. Solamente unos pocos permanecerán leales a Jesús y a Su Sábado.
¿Cómo sabemos eso? La Biblia nos lo dice. Apocalipsis 13 nos dice que la bestia y la imagen de la bes-tia exigen que todos adoren a la bestia y a su imagen. Todo lo que usted tiene que hacer es prestar aten-ción a lo que está sucediendo a nuestro alrededor en el mundo. Por ejemplo, el Papa está continuamente llamando para que haya una adoración en domingo. D. James Kennedy y otros predicadores evangéli-cos apoyan la adoración en domingo, y se oponen fuertemente a aquellos que enseñan el Sábado bíblico. Esto es muy obvio. Pero muchas personas no lo ven, porque no están concientes de la profecía bíblica, ni tampoco están concientes de la verdadera agenda que existe por detrás de las escenas.
En contraste, Jesús está buscando hombres y mujeres que le sean leales, no importa lo que pase. Él está buscando una generación de personas que levanten la bandera del Príncipe Emanuel, guardando Su santo Sábado. Él está buscando personas que lo amen tanto, y tan profundamente, que prefieran morir antes que transgredir uno de Sus mandamientos. Guardar verdaderamente el Sábado, y en la justicia de Cristo, es el testimonio más maduro de lo que hace la gracia de Cristo en vuestra vida. Debido a que es tan diferente de lo que la mayoría de las personas del mundo piensan, se convierte en la marca singular identificatoria del verdadero remanente del pueblo de Dios. Debido a su lealtad, Jesús puede sellar a sus guardadores del Sábado en sus frentes, y permite que pasen por las pruebas más severas para sus caracteres. Pueden ser falsamente acusados de ser legalistas y pueden ser perseguidos por sus familiares, amigos, compañeros de trabajo, por el gobierno, o aun por personas que no conocen. Pero brillarán como el sol.
Estamos viviendo en los últimos días. Nos estamos acercando al tiempo cuando todas estas cosas suce-derán. Amigos, ¿no debiéramos ir a Cristo ahora, arrepentirnos de nuestros pecados, y buscar perdón por nuestra transgresión de Su ley? ¿No debiéramos sacar ventaja del verdadero principio de la gracia que Él nos ofrece? ¿No debiéramos comenzar ahora a guardar todos Sus mandamientos, incluyendo el séptimo día Sábado?
si usted ha sido un guardador del Sábado, tal vez se ha vuelto lento en su experiencia con Cristo, y co-mo resultado usted se ha vuelto lento para guardar Sus maravillosos Diez Mandamientos. Tal vez usted ha comenzado a sentir que el Sábado ya no es tan importante para usted. Este es el tiempo para volverse a Jesús y pedirle que vuelva a su vida y que le dé Su gracia para guardar Su ley.
Si usted no ha sido un guardador del Sábado, ¿no es tiempo para que usted dé el próximo paso en su fe relacional con Cristo y le abra la puerta de su corazón a Su entera voluntad en su vida? Jesús está bus-cando hombres y mujeres que se entregarán sin reserves a Su madura voluntad en sus vidas en estos últimos días. Espero que usted pueda ver esta oportunidad y que pueda dar los pasos necesarios para guardar Su ley y ser como Él.
Oremos. Nuestro Padre celestial, a través de la fe en Cristo nos encomendamos a Ti. Tu amor por noso-tros es fuerte y profundo. Necesitamos grandemente Tu gracia, toda ella. No apenas una parte de ella. Necesitamos Tu gracia para que nos perdones nuestros pecados, y para que nos limpies de toda injusti-cia. Pero también necesitamos Tu gracia para que nos des poder para que podamos vivir como Jesús, en armonía con el Cielo. Gracias por revelarnos cómo opera Tu salvación. Gracias por mostrarnos que la verdadera guarda del Sábado no es legalismo. Estamos tristes por nuestra falta de amor para con Jesús, la cual nos ha llevado a transgredir Tu Sábado. No merecemos Tu perdón, pero es precisamente ese hecho el que habla más elocuentemente a nuestro favor. Gracias por amarnos y por redimirnos. Mués-tranos lo que necesitamos saber acerca de Tu santo día Sábado. Que podamos encontrar paz y felicidad en vivir para Jesús en cada camino, hasta que Él venga en las nubes de gloria. Que guardemos Su fe y que atesoremos la totalidad de Su gracia. Oro en el nombre de Jesús, Amén.
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