Thomas A. Davis - Conciencia y Decisión.-“Cuando Eres Derrotado, Entonces Vences”
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Thomas A. Davis - Conciencia y Decisión.-“Cuando Eres Derrotado, Entonces Vences”
Thomas A. Davis - Conciencia y Decisión.-“Cuando Eres Derrotado, Entonces Vences”
La verdad a menudo está envuelta en paradojas, como es el caso de la siguiente observación: “Cuando tienes una pelea con la conciencia y eres derrotado, entonces vences”.
Nosotros sabemos lo que esto significa, analizarlo es como tratar de disecar un poema, su belleza y su significado interno sería estropeado y distorsionado. Por otro lado, ganaremos una revelación en el tema de este capítulo, que trata de la conciencia y de la decisión, considerando los diversos factores en la declaración anterior. En ella hay tres áreas de conocimiento implicadas: la conciencia, la voluntad y lo que ampliamente podría llamarse el deseo. Esta tercera área incluye las inclinaciones, los sentimientos, los motivos, los impulsos. Nuestra declaración implica que nuestras inclinaciones serán moralmente erradas. Así, cuando nuestra naturaleza menor nos hace ciertos requerimientos o exigencias que la conciencia no puede aprobar, y la voluntad sale en defensa de la conciencia, somos ganadores, en el sentido de que hemos tomado la decisión correcta, en vez de la errada.
El proceso de decisión es vital en la formación del carácter y en vivir la vida de un cristiano. La conciencia es una facultad indispensable, pero la verdad es, que es de poco uso práctico si la voluntad no trabaja en conexión con ella. Una situación así, sería como si una sirena de incendio estuviese chi-llando, diciendo que hay un incendio, mientras los bomberos están despreocupados y ociosos en el carro bomba. La sirena no va a apagar el fuego. Esta es una iluminación de la declaración hecha por un escritor que dijo “todo dependa de la correcta acción de la voluntad”. La conciencia instruye a la volun-tad, pero llevar a una acción, es el trabajo de la propia voluntad. Así percibimos que la voluntad tiene que estar sujeta a la razón y a la conciencia.
La conciencia efectúa dos funciones en la toma de decisiones. Dicta cuál es la acción que ella percibe que tiene que ser tomada, y entonces se sienta en juicio en relación a lo que ha sido hecho. “Cuando la voluntad se coloca en la bifurcación de los caminos, viendo claramente el camino correcto y el camino errado, la conciencia manda entrar en el camino correcto y prohibe entrar en el camino errado. Este es su imperativo; y, para emplear el lenguaje de Kant, es un imperativo categórico. Lo que la conciencia manda, puede estar aparentemente en contra de nuestro interés, y puede ser completamente contrario a nuestras inclinaciones; puede ser contrario al consejo de amigos o a las solicitaciones de compañeros; puede ser opuesto a los decretos de principados y poderes, o a las voces de las multitudes; pero la conciencia de ninguna manera se aparta o modifica sus reclamos. Podemos fallar en obedecer, dándole lugar a la pasión o ser abatidos por las atracciones de la tentación; pero sabemos que tenemos que obedecer; es nuestro deber; y esta es una sublime y sagrada palabra.
“La gran crisis de la vida surge cuando la conciencia nos está enviando una orden y el propio in-terés o la pasión o la autoridad nos envían otra orden, y el asunto tiene que ser decidido, para saber quién de los dos será obedecido”. James Stalker, Psicología Cristiana (New York: Hodler & Stoughton, 1914), página 244.
Al sopesar asuntos, cuando una decisión tiene que ser tomada, se le tiene que dar a la conciencia una completa amplitud para que hable por sí misma. Muy a menudo permitimos que otras voces nos alejen de la voz de la conciencia, como el interés en el yo, la inercia moral, las conveniencias, las cos-tumbres del mundo, los dichos comunes (cuando vayas a Roma haz lo que hacen los romanos), la sabi-duría del mundo, la influencia de otros. En realidad, debiéramos hacer apenas una pregunta: ¿Qué es lo correcto? (o lo justo). Y debiéramos tomar nuestra decisión en la base de la respuesta de la conciencia, sin llevar en cuenta otras consideraciones.
La respuesta que da la conciencia, no siempre será una respuesta racional. La razón es tan a me-nudo mal dirigida por factores tales como aquellos referidos en el párrafo anterior. Sin embargo, en un tiempo en que todo no está lo suficientemente claro, la palabra de la conciencia puede que sea la co-rrecta, en vez de aquella que pareciera ser la conclusión más racional.
El consejo de Susana Wesley dado a su hijo Juan, el fundador del Metodismo, es adecuado en es-te punto:
“Cualquier cosa que debilite tu razón, daña la ternura de tu conciencia, obscurece tu sentido de Dios, o retira el gusto por las cosas espirituales; en resumen, cualquier cosa que aumente la fuerza y la autoridad de tu cuerpo sobre tu mente, eso es pecado para ti, no importa cuán inocente pueda ser en sí mismo”.
También son adecuadas las palabras del ex primer Ministro Nehru de la India en el Concilio Mundial de Iglesias, realizado en Nueva Delhi, India, en 1961: “El político está constantemente incli-nado a comprometerse. Algunas veces esto puede ser bueno para él, pero una vez que comienza a com-prometerse, se vuelve un camino resbaloso. Cada paso parece ser un paso pequeño, pero sin embargo te aleja cada vez más de tu posición original. En contraposición, el verdadero hombre religioso permane-cerá firme a la verdad sin importarle las consecuencias”.
El mensaje, entonces, es que al tomar decisiones morales, la voz educada y sensible de la con-ciencia, es la voz que debemos obedecer, si queremos mantener la sensibilidad del alma, la cual es esencial para todos nosotros.
Nosotros sabemos lo que esto significa, analizarlo es como tratar de disecar un poema, su belleza y su significado interno sería estropeado y distorsionado. Por otro lado, ganaremos una revelación en el tema de este capítulo, que trata de la conciencia y de la decisión, considerando los diversos factores en la declaración anterior. En ella hay tres áreas de conocimiento implicadas: la conciencia, la voluntad y lo que ampliamente podría llamarse el deseo. Esta tercera área incluye las inclinaciones, los sentimientos, los motivos, los impulsos. Nuestra declaración implica que nuestras inclinaciones serán moralmente erradas. Así, cuando nuestra naturaleza menor nos hace ciertos requerimientos o exigencias que la conciencia no puede aprobar, y la voluntad sale en defensa de la conciencia, somos ganadores, en el sentido de que hemos tomado la decisión correcta, en vez de la errada.
El proceso de decisión es vital en la formación del carácter y en vivir la vida de un cristiano. La conciencia es una facultad indispensable, pero la verdad es, que es de poco uso práctico si la voluntad no trabaja en conexión con ella. Una situación así, sería como si una sirena de incendio estuviese chi-llando, diciendo que hay un incendio, mientras los bomberos están despreocupados y ociosos en el carro bomba. La sirena no va a apagar el fuego. Esta es una iluminación de la declaración hecha por un escritor que dijo “todo dependa de la correcta acción de la voluntad”. La conciencia instruye a la volun-tad, pero llevar a una acción, es el trabajo de la propia voluntad. Así percibimos que la voluntad tiene que estar sujeta a la razón y a la conciencia.
La conciencia efectúa dos funciones en la toma de decisiones. Dicta cuál es la acción que ella percibe que tiene que ser tomada, y entonces se sienta en juicio en relación a lo que ha sido hecho. “Cuando la voluntad se coloca en la bifurcación de los caminos, viendo claramente el camino correcto y el camino errado, la conciencia manda entrar en el camino correcto y prohibe entrar en el camino errado. Este es su imperativo; y, para emplear el lenguaje de Kant, es un imperativo categórico. Lo que la conciencia manda, puede estar aparentemente en contra de nuestro interés, y puede ser completamente contrario a nuestras inclinaciones; puede ser contrario al consejo de amigos o a las solicitaciones de compañeros; puede ser opuesto a los decretos de principados y poderes, o a las voces de las multitudes; pero la conciencia de ninguna manera se aparta o modifica sus reclamos. Podemos fallar en obedecer, dándole lugar a la pasión o ser abatidos por las atracciones de la tentación; pero sabemos que tenemos que obedecer; es nuestro deber; y esta es una sublime y sagrada palabra.
“La gran crisis de la vida surge cuando la conciencia nos está enviando una orden y el propio in-terés o la pasión o la autoridad nos envían otra orden, y el asunto tiene que ser decidido, para saber quién de los dos será obedecido”. James Stalker, Psicología Cristiana (New York: Hodler & Stoughton, 1914), página 244.
Al sopesar asuntos, cuando una decisión tiene que ser tomada, se le tiene que dar a la conciencia una completa amplitud para que hable por sí misma. Muy a menudo permitimos que otras voces nos alejen de la voz de la conciencia, como el interés en el yo, la inercia moral, las conveniencias, las cos-tumbres del mundo, los dichos comunes (cuando vayas a Roma haz lo que hacen los romanos), la sabi-duría del mundo, la influencia de otros. En realidad, debiéramos hacer apenas una pregunta: ¿Qué es lo correcto? (o lo justo). Y debiéramos tomar nuestra decisión en la base de la respuesta de la conciencia, sin llevar en cuenta otras consideraciones.
La respuesta que da la conciencia, no siempre será una respuesta racional. La razón es tan a me-nudo mal dirigida por factores tales como aquellos referidos en el párrafo anterior. Sin embargo, en un tiempo en que todo no está lo suficientemente claro, la palabra de la conciencia puede que sea la co-rrecta, en vez de aquella que pareciera ser la conclusión más racional.
El consejo de Susana Wesley dado a su hijo Juan, el fundador del Metodismo, es adecuado en es-te punto:
“Cualquier cosa que debilite tu razón, daña la ternura de tu conciencia, obscurece tu sentido de Dios, o retira el gusto por las cosas espirituales; en resumen, cualquier cosa que aumente la fuerza y la autoridad de tu cuerpo sobre tu mente, eso es pecado para ti, no importa cuán inocente pueda ser en sí mismo”.
También son adecuadas las palabras del ex primer Ministro Nehru de la India en el Concilio Mundial de Iglesias, realizado en Nueva Delhi, India, en 1961: “El político está constantemente incli-nado a comprometerse. Algunas veces esto puede ser bueno para él, pero una vez que comienza a com-prometerse, se vuelve un camino resbaloso. Cada paso parece ser un paso pequeño, pero sin embargo te aleja cada vez más de tu posición original. En contraposición, el verdadero hombre religioso permane-cerá firme a la verdad sin importarle las consecuencias”.
El mensaje, entonces, es que al tomar decisiones morales, la voz educada y sensible de la con-ciencia, es la voz que debemos obedecer, si queremos mantener la sensibilidad del alma, la cual es esencial para todos nosotros.
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