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José R. Hernández - Moviéndonos hacia delante

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José R. Hernández   - Moviéndonos hacia delante Empty José R. Hernández - Moviéndonos hacia delante

Mensaje  PREDICADOR Miér Mar 14, 2012 8:11 pm

José R. Hernández - Moviéndonos hacia delante

La semana antes pasada les hable acerca de un nuevo comienzo; examinamos que muchos de nosotros hacemos resoluciones de fin de año, y les dije que como iglesia existen resoluciones y determinaciones que debemos adoptar.

Les dije que era hora de asaltar las murallas y derrumbar los muros que nos rodeaban, y les dije que teníamos que hacer esto confiando en Dios. Confiando en que Dios nos dará la victoria y nos guiara en todo momento. La semana pasada les hable acerca de lo que nos puede detener; examinamos como Satanás nos acusa y detiene nuestro crecimiento espiritual, y como trata de detener la obra que Dios ha iniciado en cada uno de nosotros. Por si no se habían dado cuenta, los últimos dos mensajes tienen un denominador en común, el denominador siendo que la iglesia tiene que moverse del lugar que estamos. Tenemos que dejar nuestra comodidad, tenemos que reprender la apatía, y tenemos que hacer un compromiso con Dios. La razón por la cual les estoy hablando de este tema es porque la iglesia ha llegado a un punto critico, y nosotros necesitamos tomar una decisión muy seria. Necesitamos decidir si vamos ha avanzar o vamos ha permanecer estancados. Como iglesia nosotros tenemos una visión; nuestra visión es la de engrandecer el reino de Dios, nuestra visión es predicar la Palabra de Dios. Pero para que podamos realizar la visión, los sueños y las esperanzas tienen que moverse a ser acciones, y las acciones siempre son producidas por personas que tienen un compromiso y una vida dedicada a cumplir ese compromiso. Como les dije la semana pasada, el diablo nos acusa y detiene la obra que Dios ha iniciado en nosotros, pero en el día de hoy analicemos lo que puede detener que hagamos un compromiso genuino con Dios. Pasemos ahora a la Palabra de Dios y veamos un ejemplo de lo que les hablo.

Números 13:30-33 - Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos. 31 Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros. 32 Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura. 33 También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos.

Para tener un mejor entendimiento del mensaje en el día de hoy, será necesario que conozcamos un poco de lo que esta aconteciendo en este punto de la historia. Aquí tenemos al pueblo de Israel que fue liberado de las manos del faraón después de aproximadamente 430 años de esclavitud (Éxodo 13:14.) Dios utilizo a Moisés para liberarles, y ellos todos vieron grandes señales de un Dios vivo. Ellos fueron testigos de todas las plagas, vieron la presencia de Dios que les guiaba (Éxodo 13:21-22), y cruzaron el mar rojo sin tener que mojarse o usar una nave (Éxodo 14:21-22.) Ellos habían escuchado Palabra de Dios a través de Moisés y sabían que él les estaba guiando hacia la tierra prometida. Ellos sabían que Dios les había liberado y que les había prometido una tierra que fluía con leche y miel. ¿Por qué les hago este recuento? Les hago este recuento porque es necesario que nos demos cuenta de que ellos sabían exactamente hacia donde se dirigían, es necesario que sepamos que ellos conocían las promesas de Dios. Con esto en mente entonces llegamos a este punto en la historia. Moisés les guió por el desierto hasta la frontera de la tierra que Dios les había prometido y aquí vemos que él entonces envió a estos hombres a que fueran y reconocieran el territorio (Números 13:1-3.) Aquí es donde comienza el problema.

El problema comienza porque todas las personas ven las cosas de diferentes maneras. En el mundo existe como una pequeña prueba que describe esto muy bien. Esta prueba es que se pone un vaso de agua enfrente a una persona lleno asta la mitad de agua, entonces se le pregunta a la persona ¿cómo describirían ellos el vaso? Unos dirán que el vaso esta mitad vació, y a estos se les destaca como personas pesimistas; mientras que otros dirán que el vaso esta mitad lleno, y a estos se les destaca como personas optimistas.

Como les dijo, todos vemos las cosas de diferentes maneras. Ahora, pensemos en este ejemplo que les acabo de dar, y preguntémonos, ¿qué tipo de personas eran estos hombres? Estos hombres que fueron a reconocer el territorio y confirmaron que la tierra en verdad era buena y que era fértil, (Números 13:27), así que podemos decir que ellos vieron el vaso lleno hasta la mitad. Pero, ¿cómo vieron ellos el vaso, como vieron ellos la situación? Creo que todos aquí estaremos de acuerdo cuando digo que estos hombres eran pesimistas.

Examinemos por unos segundos esta palabrita “pesimista.” Según el diccionario de la Real Academia Español, la palabra pesimista es definida como “Que propende a ver y juzgar las cosas por el lado más desfavorable.” Sin duda alguna, estos hombres vieron las cosas del lado más desfavorable, ellos estaban viendo las cosas de un punto de vista pesimista. La razón por la cual ellos vieron las situaciones de esa manera es porque ellos se fijaron más en los habitantes (Números 13:28-29) que en la Palabra de Dios, (Éxodo 3:7-8.) Dios libero este pueblo de la esclavitud para hacer de ellos una gran nación que sirviera de ejemplo en el mundo. Dios quería bendecir a este pueblo, pero su poca confianza en Dios y pesimismo detuvo que ellos recibieran la bendición de inmediato. El problema estaba en que estas personas en si no estaban comprometidas a Dios, el problema estaba en que ellos no estaban dedicados a Dios. Digo esto porque cuando una persona esta completamente cometida a una causa, cuando una persona esta completamente dedicada a un servicio, entonces los obstáculos son superados, y las barreras son rotas, especialmente cuando se tiene una garantía de que el esfuerzo no será en vano y que se obtendrá la victoria total, tal como era el caso aquí con este pueblo; ellos tenían la Palabra de Dios.

Este es un problema que desdichadamente existe aun; el grave problema entre los Cristianos es que la mayoría de nosotros no estamos comprometidos ni dedicados. Una gran realidad acerca de nuestra fe es que el caminar no es nada fácil. El evangelio no es un llamado a una vida fácil, o a vivir cómodamente. Si fuera algo de comodidad las personas no cupieran en las iglesias. Igualmente el llamado a conquistar una nueva tierra no le seria fácil a este pueblo, y porque no seria algo fácil y sin esfuerzo, ellos dejaron de concentrarse en las promesas de Dios. En los versículos que estamos estudiando hoy leemos “Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros.” ¿Se están dando cuenta de lo que les sucedió a ellos aquí? Este pueblo dejo de confiar en el poder de Dios, este pueblo se concentro en lo que vieron y en sus debilidades. La consecuencia de todo esto fue que este pueblo anduvo en el desierto por un total de cuarenta años. Quiero que nosotros pensemos en esto por unos momentos. Quiero que analicemos lo que les sucedió a ellos y lo comparemos con lo que nos sucede a nosotros hoy en día. Lo que le sucedió a este pueblo no es muy diferente a lo que nos sucede a nosotros hoy en día. En muchas ocasiones nosotros nos comportamos tal como este pueblo. Dios quería que este pueblo le sirviera de bendición al mundo, Dios quería que ellos fueran el ejemplo a seguir, pero ellos no confiaron en Dios. Al igual que ellos Dios quiere que Su pueblo sirva de ejemplo en este mundo lleno de maldad, Dios espera que nosotros, que Su iglesia, sirva de luz en este mundo de tinieblas (Mateo 5:14.)

Continuando leemos “Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura. 33 También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos.” Ellos solamente se fijaron en que la tierra contenía un gran numero de habitantes, ciudades con murallas fortificadas y gigantes que habitan en ella. Les pregunto, ¿existe esto en nuestras vidas hoy? Les puedo decir con toda confianza que sí. Existen muchas personas que hacen tal como hizo el pueblo de Israel en este instante. Existen muchas personas que en vez de concentrarse en las promesas de Dios, que en vez de concentrarse en Su poder, se concentran en las situaciones y quitan su mirada de Dios; una vez que hacemos esto entonces nuestra fe flaquea y comenzamos a sucumbir en la tentación y la rebeldía. Y no nos dejemos engañar, tarde o temprano nuestra rebeldía será castigada; a causa de su rebeldía y desconfianza este pueblo que Dios libero de Egipto nunca entro en la tierra prometida (Números 14:21-23; 28-29.)

Este pueblo que Dios había librado de la esclavitud ahora tendría que rondar por un desierto por un periodo de cuarenta años (Números 14:32-33.) Debemos tener mucho cuidado de que lo mismo no nos suceda a nosotros. Digo esto porque cuando hacemos como este pueblo, cuando comenzamos a confiar más en nuestra habilidad que en la fortaleza de Dios, entonces no veremos la bendición y solo veremos lo negativo. Al reconocer esta tierra este pueblo no confió que el mismo Dios que les había liberado de las manos del faraón, (Éxodo 3:17), que el mismo Dios que les había prometido esta tierra se las entregaría, ellos solamente vieron sus debilidades.

Cómo iglesia preguntémonos, ¿estamos atravesando por un desierto ahora? ¿Estamos enfrentándonos a gigantes? ¿Tendremos que conquistar ciudades fortificadas, y derrumbar murallas? La respuesta es si. Quizás algunos estén pensando que aquí nadie esta caminando por un desierto, y en lo físico eso es una realidad, pero les digo que muchos andan caminando por un desierto espiritual, que es mucho peor que algo físico. Existen muchas personas que tal como este pueblo, en estos mismos momentos están atravesando por un gran desierto, existen muchas personas que en estos mismos momentos están atravesando por situaciones muy difíciles porque han confiado más en sus habilidades que en Dios. Quizás algunos estén pensando que no existen ciudades fortificadas o murallas a nuestro alrededor, pero pensemos en lo que es una ciudad. Una ciudad es un lugar donde se habita, ¿verdad? Mis próximas preguntas son ¿dónde vivimos?, ¿vivimos en la ciudad desobediencia, provincia rebeldía? Si al examinarnos encontramos que tenemos morada en esos lugares, entonces sepamos que la desobediencia y la rebeldía causan que caigamos nuevamente en la esclavitud de este mundo. La desobediencia y la rebeldía causan que no veamos las bendiciones que Dios nos envía. La desobediencia y la rebeldía causan que solo veamos lo negativo. Este pueblo no recibió las bendiciones de Dios de inmediato porque solo vieron la oposición, vieron los gigantes que habitaban en la tierra y se atemorizaron. Sé que muchos están pensando que en nuestras vidas no existen gigantes, pero la realidad del caso es que si existe un gran número de gigantes que como iglesia tenemos que enfrentar. Primero que todo preguntémonos, ¿qué es un gigante? Un gigante es todo aquello que nos separa de la voluntad de Dios. Un gigante es todo aquello que trata de apartarnos del camino que Él nos ha enseñado. Un gigante es todo aquello que se para entre nosotros y los planes de Dios para nosotros. Un gigante es todo aquello que aparenta ser mucho más grande y poderoso que nosotros, más grande que nuestro deseo de servir a Dios. Un gigante es todo aquello que es mucho más fuerte que nuestras habilidades y que no podemos enfrentar a solas. Permítanme exponerles dos gigantes responsables de detener, y de destruir la obra de Dios en muchos creyentes, y el crecimiento en la iglesia.

El primer gigante que enfrenta la iglesia hoy en día es el gigante de la duda e incredulidad. Si nos ponemos a pensar en lo que aconteció en este caso veremos que esto fue exactamente lo que sucedió con este pueblo y sucede con muchos de nosotros. Quiero que se fijen bien en un detalle muy importante, cuando estos hombres fueron enviados a reconocer la tierra, ellos no fueron enviados para ver si esta era la tierra o no, Dios sabia que esta era la tierra que Él tenia para este pueblo. Dios sabia que Él les daría la victoria sobre toda oposición, pero ellos dudaron, ellos no creyeron en la Palabra de Dios. Solamente hubo uno de ellos que dijo "Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos". Caleb creyó sin dudar que Dios les entregaría la victoria. Muchos de nosotros hacemos igual que ese pueblo, muchos de nosotros al vernos confrontados con problemas o situaciones, al vernos cara a cara con esos gigantes que vienen a robarnos la paz que Dios nos ha dado, simplemente dudamos de Su poder. Pero hermanos la realidad del caso es que estos gigantes no existen para robarnos la paz, Dios permite que estos gigantes existan para glorificarse a través de ellos (Santiago 1:2-4.) Podemos dudar las promesas de Dios para nuestras vidas, podemos dudar que seremos bendecidos, pero cuando hagamos esto recordemos lo que le sucedió a este pueblo. Su duda produjo grave consecuencias; recordemos siempre que el dudar o no creer no nos permitirá ver la grandeza de nuestro Dios y aumentara nuestras propias debilidades. El dudar o no creer nos conducirá nuevamente al desierto.

El segundo gigante que enfrentamos como iglesia es el temor. En el caso de este pueblo, el temor de las ciudades fortificadas, el temor de los habitantes, y el temor de los gigantes fue mucho mayor que la promesa de Dios. Este pueblo se vio como "langostas", se vieron mucho inferior a ellos, se vieron insignificantes. Nosotros en muchas ocasiones hacemos igual, en vez de ver los problemas o situaciones como insignificantes en los ojos de Dios, vemos los problemas y situaciones como gigantes que nos causan temor. Lo que sucede es que nosotros medimos los obstáculos contra nuestra propia fuerza y habilidad, en vez de concentrarnos en el poder de nuestro Dios. Estos hombres llegaron a ver la tierra prometida, la tierra que fluía con leche y miel como la "tierra que traga a sus moradores". Esto es una gran diferencia ¿verdad? Pero el temor causa esto mismo, el temor causa que veamos las cosas completamente opuestas a lo que son. El temor causa que no veamos las bendiciones. Hermanos, el temor no es de Dios (2 Timoteo 1:7.) Tenemos que reconocer el temor por lo que es, un gigante que quiere alejarnos de Dios. Un gigante que quiere robarse las bendiciones que Él tiene para nosotros. Un gigante que quiere desterrarnos y enviarnos a andar nuevamente en el desierto. Pero Dios nos libero y no podemos permitir ser desterrados (Romanos 6:22-23; Gálatas 5:1.)

Para concluir. Les pregunto, ¿en qué dirección nos estamos moviendo? Cuándo examinamos nuestra vida, cuando examinamos nuestra iglesia, ¿estamos viendo a los gigantes o vemos el poder de Dios? Cuándo miramos hacia nuestro futuro, ¿estamos en camino hacia la tierra prometida o estamos en camino al desierto? No podemos permitir que nada ni nadie nos desvié o conduzca en dirección opuesta a Dios. Fuimos liberados de la esclavitud, recibimos el regalo más grande que podíamos recibir, recibimos la vida eterna en Cristo Jesús (Juan 3:16.) Fuimos escogidos por Dios para que difundiéramos Su palabra (Mateo 18:19-20.) Debemos tener en mente todos ese tiempo que estuvimos perdidos en el desierto del mundo, el sufrimiento, los dolores, esa carga tan pesada que una ves teníamos. Tenemos que acordarnos que Dios y solo Dios nos dio descanso, y alivio nuestras penas (Mateo 11:28.) Hermanos, no podemos permitirle al demonio que nos desvié de nuestro caminar, o que interrumpa nuestro progreso. Como iglesia tenemos que atacar esas ciudades, derrumbar esas murallas, y enfrentar esos gigantes. Como les dije al inicio, ninguna de estas cosas serán fácil; tendremos que confrontar situaciones difíciles, pero cuando esto suceda sepamos que Dios lo permite para probar cuan fuerte es nuestra fe. El pueblo de Dios en ese entonces tuvo a Moisés, quien fue un gran hombre de Dios, pero nosotros tenemos a Cristo, tenemos al que nunca nos abandona, y que siempre esta dispuesto a estrechar Sus manos y guiarnos en toda situación.

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